El sector de la construcción necesitó un aporte de soluciones creativas después de que en 2008 explotara la burbuja inmobiliaria. GilBartolome Architects apostó por la mano de obra de profesionales locales cuando, en 2015, propuso ejecutar al borde de un acantilado en Granada una bóveda que debía cubrir 14 metros y medio de distancia sin contar con apoyos intermedios. Una cúpula que parecía haber salido de los sueños de Gaudí.
El problema de la casa en el acantilado
El encargo consistía en insertar una vivienda que pudiera acoger reuniones multitudinarias en una parcela imposible —con una pendiente de 42º—en la costa.
Los arquitectos resolvieron el proyecto a partir de un techo. Un elemento de hormigón para proteger el espacio dividido en plataformas que minimizan la excavación y facilitan las circulaciones. Una losa que se ondula de un modo orgánico para cubrir toda la distancia entre los muros perimetrales y sin requerir ayuda intermedia. Un guiño a Gaudí —como precursor del diseño paramétrico— y a las estructuras que trabajaba desde las maquetas de cuerdas y yeso, que ahora se calculan con un software específico.
El ambiente se imagina diáfano pero distribuido en tres niveles. La privacidad aumenta progresivamente al llegar a los dormitorios que se sitúan en la planta de arriba como final del recorrido. El esquema escalonado responde con versatilidad y posibilita la relación con la terraza exterior y la zona de vistas. Las formas sinuosas del techo favorecen la lectura del interior como un pequeño auditorio. La enorme inclinación se convierte de pronto en la mejor aliada de la propuesta.
Diseño paramétrico y artesanía
La obra se planeó como un trayecto de ida y vuelta entre la frialdad del modelo digital y la labor del oficio en el taller. Este enfoque buscaba reducir costes y revitalizar la actividad de un lugar con una tasa de desempleo cercana en aquel momento al 36%.
La mezcla de perspectivas queda presente en el resultado. La cubierta se reviste con una piel de escamas de zinc colocadas a mano una por una. Por dentro, el caparazón de hormigón se enluce de yeso, como si le fueran a estampar unos frescos. El mobiliario se moldeó a ordenador y se fabricó a medida con fibra de vidrio y poliéster. La tarea artesanal realza la expresividad de los materiales sin renunciar a la ambición de un diseño paramétrico.
El sueño de Gaudí
El planteamiento coquetea peligrosamente con el refrito histórico, aunque soluciona de manera elegante las partes más difíciles. La residencia no habría necesitado imitar el lenguaje pintoresco cuando ofrece una visión muy similar a la del arquitecto catalán solo con el uso que hace del diseño paramétrico. La imagen de arquitectura modernista hoy solo puede entenderse desde el anacronismo, los conceptos que empleaba Gaudí aún pueden tener futuro.
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En el exterior, la cubierta se reviste con una piel de escamas de zinc colocadas a mano, y por dentro el caparazón de hormigón se enluce de yeso.
Antonio Gaudí fue un arquitecto español conocido por ser el máximo exponente del modernismo catalán.
En la costa de la ciudad de Granada, España.