Narrando la jornada que pasan junto a él a bordo de su viejo Alfa Romeo, Ila Bêka y Louise Lemoine plasman en Tokyo Ride (2020) lo que se percibe como un sincerísimo retrato de Ryue Nishizawa. En la espontaneidad de un día cualquiera, el japonés va mostrando su actitud y sensibilidad ante la vida, y cómo la arquitectura se integra de un modo natural con ellas.
Cubierta ondulada
Es inevitable pensar en ese carácter afable, modesto y alegre y en la atenta y sutil inteligencia con que Ryue Nishizawa analiza la arquitectura ajena y la propia al echar un vistazo a sus obras. Quizá aún más a la realizada de manera individual, no como asociado de Kazuyo Sejima, junto a quien constituye SANAA desde 1995.
Al observar el proyecto que ha desarrollado para esta casa encarada al mar— situada en lo alto de un promontorio de rocosa dureza— se identifican algunos de los rasgos definitorios de los edificios más paradigmáticos de SANAA. La extrema transparencia y la ondulación presenta una admirada evocación a la figura de Oscar Niemeyer, que ya planteó Nishizawa en Tokyo Ride.
Casa frente al mar
La implantación de esta construcción en el lugar posee aquí una contundencia física, tal vez inusitada, en la trayectoria de Nishizawa que tiende siempre a una apariencia liviana, incluso etérea. Esta vivienda se ubica en un emprendimiento privado llamado Ocho Quebradas, al que han sido convocados ocho arquitectos japoneses y ocho chilenos. Sus formas y materiales expresan su fisicidad rotunda, sugiriendo una adhesión cuasi orgánica con el territorio y el abrumador paisaje cincelado por las rocas, el mar y el cielo.
Una gran cubierta ondulada de hormigón es el componente que permite adaptar la vivienda al contorno del emplazamiento y, a través de esas ondulaciones, segmentar el interior y disponer los ámbitos domésticos evitando el uso de paredes. Ryue Nishizawa la describe como “un edificio solo consistente de suelo y techo en medio de una naturaleza exuberante”.
La monolítica envoltura está sostenida por muros acristalados y columnas de acero a lo largo de todo su perímetro. El empleo de una estrategia distinta a la de cualquier tipo de estructura de arco ha propiciado diseñar un variado repertorio de espacios interiores dentro de tres áreas. Una sauna en el frente, un dormitorio y una sala de estar en el centro y una cocina-comedor en la parte trasera que se extiende en una terraza protegida.
Diversas arcadas conectan los diferentes puntos de descenso de la techumbre dispuestos diagonalmente, para posibilitar la creación de amplias zonas y aperturas hacia varias direcciones del entorno circundante. La materialidad de los elementos internos intensifica la impresión de plena integración de esta arquitectura con ese paisaje inquietante y sumamente bello.
