Desert lights es la primera aventura en el diseño comercial de Jes Paone, antes presidente de DDG Design Studio en Nueva York. Comenta que, desde que se estableció por cuenta propia, tenía ganas de hacer una incursión en el desarrollo de producto, cuyo proceso y resultado son mucho más inmediatos que en la arquitectura.
Porcelana hecha a mano de Jes Paone
Lámparas de mesa, apliques de pared o luminarias de techo… La colección Desert lights se compone de siete variaciones que juegan con la superficie de la porcelana, hecha a mano. Consigue el efecto deseado del mismo modo que surgen las grietas sobre los suelos áridos del desierto, evocando el desierto que les da nombre.
Desert Lights. Un proyecto familiar
La colección es fruto de una colaboración familiar entre Jes Paone y Anne Paone, ceramista y tía de Jes. Querían evitar a toda costa un acabado industrial, perfecto, reproducible en serie, por lo que optaron por trabajar a mano en las texturas que ofrecía el material. El proceso les ha llevado años de pruebas y errores, hasta dar con la grieta perfecta en unas láminas que, de tan delicadas, son traslúcidas. Debido a lo laborioso del procedimiento artesanal, no hay dos piezas iguales.
La luz se cuela por las ranuras de la colección de lámparas de porcelana Desert Lights –que simplemente están marcadas y no llegan a convertirse en heridas abiertas– en un juego de sombras que recalca el espesor de la porcelana. Como si una luciérnaga se hubiera instalado en una caracola, la claridad se filtra mostrando la fragilidad de la tulipa y las partes más vulnerables son iluminadas.
La trama sugiere cierta reminiscencia a criatura marina, a rastro prehistórico. De alguna manera sus arrugas parecen indicar que han vivido mucho, que hubo otras épocas en las que esas pantallas habrían lucido tersas e hidratadas. Ahora transformadas en muebles fósil, con siglos de sedimento a sus espaldas, seguro que tendrían muchas cosas que contarnos…
Nada más lejos de lo industrial: estas lámparas de porcelana contienen un alma en su elemento; y en su morfología, una personalidad propia. ¿De cuántos objetos podemos decir eso?
Ah, y, además, dan luz.