Sobre un trozo de parcela libre en una vivienda de Long Island, Valerie Schweitzer architects nos presenta un pabellón para albergar reuniones familiares. Un objeto que solo puede tener lugar en un contexto en el que la extensión del territorio urbano es tan grande que la demanda es inexistente. Outside-in pavilion, un lujo americanamente cotidiano.
El proyecto se posa en el centro de una explanada vacía, un lugar sin función aparente. La posición elevada respecto al plano del suelo ─para obtener una vista amplia de los árboles del entorno─ hace que la pieza gane solemnidad y que la vegetación pueda seguir creciendo ajena a lo que sucede más arriba. Outside-in pavilion se concibe a partir de un elemento central cilíndrico del que se desprenden, a modo de miradores, dos cápsulas casi independientes ligeramente elevadas sobre el nivel principal. Una secuencia de plataformas facilita la subida y completa el juego de volúmenes. Cuerpos elegantes de distintos tamaños y proporciones que flotan con dinamismo en el centro del claro.
La posición elevada respecto al plano del suelo hace que la pieza gane solemnidad y que la vegetación pueda seguir creciendo ajena a lo que sucede más arriba.
La propuesta se aborda de una manera compleja en el diseño para ganar agilidad en la ejecución. El detalle constructivo está tan depurado que con apenas dos elementos ─ unos listones de cedro unidos transversalmente por anillos de madera laminada─ se solucionan estructura, cerramiento y huecos. El resultado se presenta como una piel que ─sin tener que alterarse─ genera unos interiores que permiten el paso de la luz, el viento y la vista. Las cubiertas ─y los forjados─ se plantean con un entramado sencillo que se esconde detrás de la fachada, y desaparecen o se abren en algunas estancias para observar el firmamento de las noches de verano.
En general, la obra respira sencillez. Los arquitectos indican que únicamente fue necesario verter hormigón en la base de las pequeñas columnas que la mantienen elevada sobre el jardín. Este acercamiento nada tecnológico manifiesta la naturalidad con la que la sociedad americana trata este tipo de espacios, incluso se atreve a experimentar con ellos. La voluntad del encargo atraviesa todas las fases del diseño hasta casi convertirlo en un DIY. Una alabanza a la cultura del urbanismo americano. Un ejercicio que reflexiona sobre la relación de la vivienda con el paisaje, la ciudad y el territorio.
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