Peter Eisenman refería una vez en una entrevista su gusto por las novelas extensas, como Vida y Destino de Vasili Grossman, y establecía una analogía entre la profundidad y densidad de estas con las cualidades de una buena obra arquitectónica de gran escala.
Es una comparación posible y atinada, sin duda; aunque es muy posible que un lector afirmara que, en muchas ocasiones, los cuentos albergan una intensidad y complejidad propia, perfectamente equiparable a la de relatos que se despliegan en centenares de páginas. La comparación es fácilmente trasladable a la arquitectura también: cuántos proyectos de mínima escala destacan por condensar un enorme vigor y potencial en lo conceptual y lo formal.
La reivindicación de la Forest House del arquitecto estadounidense Bohlin Cywinski Jackson, una casa de verano en un bosque construida en 1975, es una muestra de cómo esa pequeña escala puede poseer unos grandes valores de excelencia. Situada en lo profundo de la espesura de West Cornwall, en Connecticut, esta segunda residencia fue descrita en su momento por estar “tan bien concebida como uno podría imaginar…alta y grandiosa aunque bien proporcionada, rica en luz y abierta a su glorioso entorno”. Y es lógico, pues se concibió teniendo presentes tanto las características de ese enclave boscoso como a las personas que la habitarían.
Bohlin Cywinski Jackson recurrieron a una precisa gama de materiales naturales que utilizaron de manera innovadora para su época, poniendo de manifiesto una firme sensibilidad ecológica. Emplazaron la vivienda en un punto cuidadosamente escogido, entre las zonas oscuras ocupadas por los árboles de hoja perenne y los claros ocupados por los de hoja caduca. Así lograban cambios en los juegos de luz y sombra que penetraban al interior y que también definían el exterior de la vivienda.
La casa, de dos plantas y construida en madera verdosa, descansa sobre barras de hormigón colocadas sobre un paisaje rocoso. A fin de crear una conexión directa con el entorno, se la ancló a un gran bloque de granito, que guio todo el diseño.
El elemento protagonista de la Forest House es, sin la menor duda, el inmenso ventanal industrial enmarcado en un vivísimo color rojo, que encuadra las vistas del bosque. Esta propuesta sintetiza las mejores lecciones de las construcciones modernas y abre el camino para muchas de las que habrán de venir.