Para quien no conozca el trabajo de este estudio milanés, Studiopepe, que capitanean Arianna Lelli Mami y Chiara di Pinto desde 2006, Ossimori hace justicia a ese escurridizo dicho: “Para muestra, un botón”. Esta mínima colección de objetos esenciales es un eco coherente de su poética minimalista, de su morosa indagación en la naturaleza de los materiales. Pero apreciarla debidamente requiere reconocer su condición de célula de un universo cuya dimensión justa la dan sus interiores y sus instalaciones.
Studiopepe viene llamando la atención en las últimas ediciones del Fuorisalone con enigmáticos montajes como Les Arcanistes (2019) o Club Unseen (2018) —por mencionar los dos últimos—, frutos exquisitos de una manera de entender el espacio que también han desplegado en sus interiorismos privados y comerciales (Fritz Hansen en Milán, Jaspal en Bangkok, &tradition en Copenhague).
Studiopepe trabaja sobre ideas universales, vagas pero insoslayables, como los arquetipos y la resonancia de materiales y texturas. Lo hace con una caligrafía conceptual personal y reconocible en la que, sin embargo, un ojo mínimamente avezado descubrirá la huella de la mejor tradición histórica del diseño italiano; Sottsass, por ejemplo. Su abordaje del territorio del one off está más cerca del viejo maestro que de las fatigosas rutinas que abruman el sobredimensionado mercado contemporáneo del art design. Ossimori —“oxímoron”, un término retórico que no se refiere solo a una contradicción, como siempre se dice, sino a una oposición que genera sentido, como el proverbial “silencio atronador”— es una colección de nueve piezas únicas de pequeño tamaño: algunas, meras esculturas indeterminadas; otras, vagamente funcionales, como sus luminarias.
En todas, encontramos el contraste elemental e intrincado del yeso con distintas variedades de mármol y granito, destellos de cobre o la reverberación formal de los espejos. La serie se presentó por primera vez en 2015, en la Fragile Design Gallery de Milán, y se ha visto después en otros contextos; el más reciente, la apertura en febrero del nuevo espacio de Graye’s en Hollywood. La restricción geométrica de las formas confronta al observador directamente con las oposiciones básicas entre lo blando y lo duro, lo pulido y lo rugoso, lo traslúcido y lo opaco, como si se tratara de una enigmática muestra arqueológica de una civilización de la que nada sabemos.