Si hasta este artículo no hubieras tenido la oportunidad de ver ninguno de los trabajos del diseñador gráfico Rico Lins, y nosotros solo dijéramos que nació en Río de Janeiro en el año 1955, tal vez harías una asociación natural de ideas entre su estilo creativo y la bossa nova. Pero no, nada que ver. Probablemente la única analogía posible entre los diseños de Lins y algún tipo de música sería, si cabe, el rock energético de los primeros Stones; en ningún caso la sutileza compositiva de sus compatriotas Antônio Carlos Jobim o Caetano Veloso, por poner dos ejemplos.
Para entender en esencia su obra, tenemos que subrayar que su formación académica se desarrolla en Europa, entre los años setenta y ochenta, y que, posteriormente, él mismo será profesor en la School of Visual Arts en Nueva York, e impartirá clases magistrales y ponencias en multitud de países de todo el mundo. Es decir, aunque Rico Lins tiene su estudio en São Paulo, estamos ante un tipo que vive de aeropuerto en aeropuerto desde hace más de treinta años, lo que sin duda es un rasgo muy relevante de su discurso.
Observando los proyectos desarrollados por Lins, rápidamente captamos que su brutal expresividad prevalece ante cualquier resquicio de equilibrio. Sus ideas se originan en la mezcla, para desembocar en una expresividad desmesurada y luminosa, que se sirve indiscriminadamente de potentes tonos cromáticos y de todo tipo de elementos visuales: fotografías, trazos, tipografías, ilustraciones, collage…
Desde luego, estamos ante uno de esos creativos que impregnan con su “firma estilística” todos sus trabajos, trascendiendo la esencia del encargo en cuestión, y llevándolo a su propio y característico terreno. Caso similar al de otro de los grandes de su misma generación: el indomable David Carson (California, 1954), con el que, por cierto, podemos encontrar ciertas similitudes creativas, ya que ambos han transitado esa corriente rupturista, ilimitada y extraordinariamente fértil, denominada posmodernismo.
En cualquier caso, como decíamos, las composiciones de Rico Lins llaman fuertemente la atención con sus innumerables golpes visuales. Nadie queda intacto. Es lo que siempre sucede con los creadores que trascienden los estándares: no obtienen espacio en el terreno de la indiferencia. Pero, eso sí, sin bossa nova.