El arquitecto japonés Hiroshi Nakamura respondió con serenidad y refinamiento al insólito maridaje solicitado por su cliente. Construir en Tokio un showroom de coches de importación, y sobre este, la vivienda del propietario. En búsqueda de un orden espacial y estructural expresivo, pero económico y eficiente, Nakamura propuso un racimo de espacios hexagonales separados por robustos muros de hormigón. Arriba y abajo, las estancias se comunican entre sí gracias al vaciado de los muros centrales en forma de arco; lo que crea un continuum practicable en cada planta, una para los coches y otro para las personas.
En el showrroom, cada célula de la colmena está consagrada a un coche. Arriba, corresponde a una estancia organizada alrededor de un mueble. En el salón, un gran sofá; en el comedor, la mesa; en el estudio, el escritorio; en la sala, la chimenea. De cara al exterior, la introducción de terrazas permite la entrada de luz y ventilación a los espacios comunes de la vivienda, además de protegerla del ruido de la circulación. En paredes y suelos, hormigón, madera y cerámica. Materiales tratados de forma natural que crean diferentes atmósferas. Sugerentes y sensuales al tacto. Como cuando pasamos la mano sobre la tapicería de un coche clásico.