Fotos: Gabriel Cabedo
En la pasada edición de ARCO el artista Jasper Niens ideó una escalera que no conducía a ninguna parte. Bueno, en realidad sí conducía. Llevaba a un no-lugar (Marc Augé dixit): a un último peldaño, a unos cuatros metros del suelo, si ompensa era ver los engranajes de la feria desde arriba. Es decir, ARCO reducida a una sucesión blanca e infinita de espacios y cubículos. Revólver, así se llama la instalación, es una creación inquietante no solo por el uso inhabitual de una escalera (no llevar realmente a algún sitio), sino porque, según se avanza en la subida, sus peldaños se estrechan provocando una sensación creciente de vértigo e inseguridad.
Con esa misma voluntad de repensar el concepto de escalera, aunque sin intencionalidad desasosegante, nace esta Endless Stairs que se presentó hace unas semanas en la capital británica dentro del London Design Festival. De aspecto sorprendente e incluso audaz, esta estructura inspirada en las visiones oníricas y antigravitatorias de Escher, no se limita a ser un simple espacio de transito para ir de un lado a otro. Esta escalera sin fin es básicamente un mirador, una zona voyeur que se ha alzado frente a la Tate Modern de Londres. Pero su diseño va mucho más allá de su discurso formal. Y no lo decimos solamente porque esta escultura transitable de carácter temporal pueda reciclarse, es decir, montarse y desmontarse fácilmente en otros entornos.
Endless Stairs ha sido concebida por DRMM, un estudio británico que cree en las propuestas radicales con implicación social. Por eso, según los autores, estas escaleras tienen mucho de reto técnico, pero sobre de desafío al pensamiento dominante en la actual industria de la construcción. Sus 187 peldaños y sus 11,4 toneladas de peso vienen cargados de una intención reivindicadora: la de defender la madera como elemento arquitectónico por su resistencia, durabilidad y sostenibilidad. Endless Stairs se ha elaborado con tulipwood estadounidense, una de las maderas más abundantes en Estados Unidos y de la que el fundador de DRMM, Alex de Rijke, ha dicho en un tono casi épico que se convertirá en el hormigón del siglo XXI. Una afirmación ambiciosa pero coherente con una empresa como American Hardwood Export Council, patrocinadora del proyecto, y para la que madera es un material con futuro si pensamos en términos de sensatez y medio ambiente.
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