En Hong Kong, la escasez de suelo y la alta densidad de población llevan a los arquitectos e interioristas a agudizar el ingenio a la hora de crear un sitio diferente y sofisticado. Joey Ho, arquitecto de Taiwan afincado en la metrópoli cantonesa donde abrió su oficina en 2002, lo ha logrado con el restaurante The Room. En su comedor de poco más de 30 m2, ha creado un espacio mental: un lugar fuera del campo visual de los comensales con trampantojos y elementos constructivos casi oníricos.
En un claro homenaje al artista neerlandés Maurits C. Escher, las limitaciones de la sala se borran tras ventanas y escaleras que abarcan paredes y techo. Con ellas no se accede a ningún lugar físico, pero si a rincones de la imaginación. Una atmósfera ingrávida remarcada por los colores. Todo se reparte entre el blanco, el negro y el rojo: una paleta básica y sin embargo llena de acentos expresionistas. Sentarse en el restaurante The Room no significa únicamente disfrutar de unos platos. Es sobre todo, vivir una experiencia espacial única.
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