Hace unos años, David Beckham causaba sensación saltando a la cancha del Santiago Bernabeu envuelto en unas cintas adhesivas azules que ocultaban sus numerosos tatuajes. El público descubría en esa ocasión el kinesiotape, una nueva técnica que prevenía y curaba lesiones en deportistas de alto nivel. Pues bien, no sabemos si ésa fue la fuente de inspiración del estudio Gnädinger, pero el paralelismo con la imagen que ofrece su proyecto en Berlín para el centro médico Otto Bock es cuanto menos sorprendente.
Fundada en 1919 por Otto Bock y dedicada al campo del músculo artificial y las prótesis, esta empresa de Hannover volcada en los enfermos con problemas de movilidad, comulgó rápidamente con las ideas que sugerían los arquitectos del estudio Gnädinger para este edificio que quería ser un emblema de la firma médica en la capital alemana: una fachada abstracta, de vidrio y metal, con una tiras orgánicas de hormigón blanco envolviendo las seis plantas.
Ubicado en uno de los espacios más mediáticos de Berlín, (entre Potsdamer Platz y el Monumento del Holocausto), esta mole sinuosa y lechosa contrasta con el resto de construcciones de la zona entregadas a la uniformidad del hormigón y del cristal: algo muy propio de la reconstrucción berlinesa tras la caída del muro. Las bandas blancas del Otto Bock Science Center actúan como la kinesiotape, envolviendo el cuerpo redondeado del edificio y recordándonos que este lugar está dedicado a estudiar el movimiento humano desde el punto de vista médico y didáctico. Las tres primeras plantas albergan un espacio de exposición de unos 500 m2 donde se repasa la historia de la firma y sus descubrimientos técnicos. El cuarto nivel acoge salas para la formación y conferencias, y el último piso sirve de plataforma de intercambio entre médicos, pacientes, terapeutas, técnicos ortopédicos y fabricantes.
El interior es de lo más minimalista. Paredes níveas en contraste con la piedra gris plateada o la moqueta del mismo color. En el centro se alzan paneles con monitores de televisión que proporcionan información a los visitantes. Ésta es la parte diseñada por el estudio Art+Com, que también creó un péndulo inmenso: un ejercicio de relojería a medio camino entre la intervención artística y la escultura tecnificada.
Propuestas como ésta evidencian que la arquitectura puede adaptarse a la filosofía de una empresa y a la vez mejorar su imagen. La firma Otto Bock quería instalarse en Berlín y hacerlo de una forma contundente. Para ello, como hemos dicho, escogió una parcela privilegiada muy cerca de la puerta de Brandemburgo y apostó por un trabajo cuya audacia lo anclara perfectamente en un paisaje urbano donde destacan los proyectos de Frank Gehry o Norman Foster entre otros. Eso sí, frente al hormigón y el ángulo recto circundantes, este edificio elige un minimalismo orgánico amable y domesticado. Un ejercicio de estilo muy coherente con una de las líneas de fuga de la actual arquitectura contemporánea. Rozando la tendencia.