Fotos: Frederik Vercruysse
Dos aspectos impactan de esta construcción atípica cercana a Bruselas. Una, la forma de pirámide recuerda a esas iglesias vikingas que se conservan majestuosamente recortadas sobre el austero paisaje noruego. En segundo lugar, llama la atención la perfecta simbiosis entre edificio y naturaleza. El estudio de arquitectura dmvA se distingue en varios de sus proyectos por hacerlos emerger del entorno natural donde se erigen para convertirse en iconos arquitectónicos. Guiados por su máxima de respetar el medio ambiente, en este trabajo han mantenido, además, las características que hicieron de esta casa una verdadera declaración de intenciones en la década de los 80. ¿Por qué? Fácil, en este caso, el equipo de dmvA, formado por David Driesen, Tom Verschueren y Valerie Lannoy, ha realizado la rehabilitación de la vivienda que el arquitecto Jan Van den Berghe se hizo como residencia propia en los años 80.
El paraje era y sigue siendo maravilloso, rodeado de árboles centenarios y cerca del canal Mechelen, a medio camino entre Bruselas y Amberes. La peculiar tipología de la cubierta, la perfecta simetría del alzado de las plantas, la cálida estructura de madera, el empleo de cemento pétreo o la carpintería de aluminio coloreado… fueron características propias de un período constructivo en Flandes que marcó una época. Por la utilización de esos elementos y su particular estilo que hoy calificaríamos de experimental, fue considerada en su momento como una edificación postmoderna. Para renovarla, Van den Berghe confió el trabajo a dmvA. Tras la remodelación, debía albergar la residencia de su hija y su taller de accesorios de diseño y, al mismo tiempo, conservar la idiosincrasia del proyecto paterno original.
Gracias a diferentes intervenciones, la localidad belga de Mechelen se ha convertido en los últimos años en un lugar contemporáneo dentro de un entorno medieval, y quizá un proceso parecido ha sufrido esta vivienda reformada. Sin espectaculares transformaciones, dmvA la ha sometido a sutiles intervenciones que la han modernizado. A saber, los pavimentos de algunas plantas se han perforado y acristalado para que la luz cenital circule sin trabas de un piso a otro. El efectismo se ha incrementado con la instalación de leds que cambian de color y tiñen el ambiente de una explosiva psicodelia, haciéndonos olvidar que estamos en un domicilio-taller. Con este recurso cromático, la versatilidad de las estancias se multiplica y resultan idóneas, por ejemplo, para presentaciones. A este aspecto se añade el cambio radical de la escalera central que vertebra toda la construcción y que se convierte en hilo conductor. Se ha pintado en rojo y desde la cubierta cuelgan de su núcleo varios cordones -también rojos- que sirven de asidero y nos acompañan hasta la planta baja. El hueco de esta impactante escalera es un tubo de cristal que deja a la vista los diferentes niveles a medida que nos desplazamos por ella. Sin duda, es otro guiño a la luminosidad perseguida originariamente por Van den Berghe cuando erigió la casa y que dmvA ha sabido transmitir con la remodelación. En el mismo sentido, los pavimentos se han pintado de blanco y se han buscado originales soluciones para escamotear la cocina y hacer que las estancias dupliquen su funcionalidad.