En las oficinas Education Executive Agency & Tax Offices en Groningen, UNStudio ha concebido una sede de aspecto dinámico, cuyo programa reduce la agresión ambiental.
Fundador junto a Caroline Bos de UNStudio, Ben van Berkel es una de las mentes más preclaras de la arquitectura actual. Un hombre que sabe construir el futuro de su profesión con ideas precisas. Este nuevo edificio, destinado a la Agencia Ejecutiva de Educación y a la Oficina de Impuestos de Groningen, se acerca a lo que van Berkel llama arquitectura post-icónica. O lo que es lo mismo, la arquitectura vista como una disciplina que, además de ser un hito visual con garantía de impacto social, se preocupa por la sostenibilidad y por la vida útil del inmueble.
En este sentido, el contrato de UNStudio no se circunscribió sólo al diseño y edificación del proyecto, sino que incluyó a su vez su mantenimiento durante un periodo de veinte años. No es un compromiso banal. Se acabaron los tiempos en que las entidades públicas o privadas tenían que hacerse cargo de los detalles inacabados o de los desperfectos que surgían tras la construcción, lo que convertía algunas obras en verdaderos pufos financieros. En el caso de estas oficinas, UNStudio se compromete a su conservación durante dos décadas, con todo lo que esto supone de imagen y responsabilidad social. De hecho, uno de los requisitos del concurso era conseguir “un edificio resistente al futuro (future proof en inglés), que aúne flexibilidad y sostenibilidad con una estética de sobriedad”.
En respuesta, el tándem formado por van Berkel-Boss ha concebido una sede de aspecto dinámico, cuyo programa reduce la agresión ambiental. La altura de los techos, por ejemplo, ha pasado del estándar de 3,70 a 3,40 metros, lo que aminora tanto el consumo de materiales como los costes de construcción y climatización. Los voladizos, además de darle a la estructura una identidad casi etérea, actúan de parasoles. La ingeniería utilizada, así como la forma sinuosa del propio edificio, favorecen la ventilación natural. Por último, si los usuarios deciden mudarse dentro de unos años, el inmueble puede reciclarse para viviendas sin cambios estructurales profundos.
En el interior se ha buscado dar una cara más amable a las administraciones hospedadas. Para ello se ha recurrido al uso del color y al aprovechamiento de la luz natural gracias al exterior totalmente acristalado. Por otro lado, la línea curva de las fachadas se traduce, dentro, en áreas flexibles y diáfanas, de modo que los despachos, las salas de reuniones o las zonas de descanso permiten un flujo visual abierto y relajado. Nada que ver con los cubículos cerrados como lugar de trabajo. Según van Berkel, “los espacios están diseñados de tal manera que no crean simples pasillos lineales sin salida, sino que cada uno propicia un itinerario como si se recorriera el paisaje del edificio. Puedes dar interminables paseos por el interior sin perder de vista el paisaje circundante”. Hay cerca un bosque con especies protegidas, lo que hace del entorno, además, un punto de encuentro para los ciudadanos, con un gran jardín público. Con algo así, probablemente Kafka no hubiera escrito ni una línea.
Por último, algunas cifras. El conjunto tiene capacidad para 2.500 trabajadores y cuenta con un aparcamiento para 1.500 coches y 675 bicicletas (estamos en los Países Bajos). En fin, un paso más en la carrera de UNStudio con un edificio que los confirma como cabezas visibles de una modernidad sensata y optimista. Si hace unos años apostaban por una arquitectura generadora de iconos, ahora defienden proyectos que, sin dejar esa voluntad de hito urbano, también se nutren de sensatez económica y de sentido común medioambiental.
