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Es agradable poder hablar de Grecia sin mencionar las palabras crisis financiera, austeridad presupuestaria o peligro en la eurozona. Son todos estos, elementos importantes de la nueva tragedia económica del país heleno y causa de la mayor indignación popular en su corta historia democrática. Pero entre tanta penuria, queremos destacar  un trabajo arquitectónico relevante. El que el estudio griego KLab ha realizado para una farmacia bautizada, irónicamente, como Placebo. El nombre, elegido por el estudio, no es gratuito. Teniendo en cuenta que el placebo es “una sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo si este la recibe convencido de que posee realmente tal acción”, el proyecto actúa, según los arquitectos, sobre la percepción de los clientes como si el mismo diseño del establecimiento ya tuviera en sí mismo un poder sanador.

La farmacia se ubicaba en un edificio octogonal que se transformó en un cilindro con el fin de crear una espiral de circulación. Una forma dinámica en constante diálogo con el trajín de la avenida Vouliagmeni, una de las arterias más transitadas del centro de Atenas. Con dicha espiral se ganó, además, una entreplanta superior que se usa para las visitas médicas, mientras la planta baja se dedica por completo a la preparación y venta de las medicinas. Aquí se utiliza todo el espacio para colocar diferentes estanterías con productos, respetando una disposición radial.

Por su parte, la fachada también se resuelve con ingenio. Las placas colocadas alrededor de la construcción por encima de los cristales del escaparate, están perforadas con los mismos signos de Braille que encontramos en los envases de los medicamentos. Es una sinécdoque arquitectónica y a la vez una manera hábil de filtrar el sol que entra en la tienda mediante los pequeños orificios de las láminas blancas.

El estudio KLab se dio  a conocer en algunos medios de diseño con el interiorismo de otra farmacia inspirado en los árboles cercanos. El colorido o la forma de las hojas y las ramas proporcionaban una dimensión vital a un negocio de lo más serio. Un efecto que destaca en el proyecto que nos ocupa gracias a su sabiduría arquitectónica basada en el organicismo, en el recurso de la circularidad y en el color blanco. Un edificio que nos hace pensar en el pabellón de Dinamarca para la Expo de Shanghái (B.I.G Architects) o en algunos interiores de UNStudio, y cuya estructura formal pretende actuar sobre los clientes desde el mismo momento en que llegan con la receta.

 

www.klab.gr

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