Hemos intercambiado emails y audios de WhatsApp con varios estudios norteamericanos para averiguar qué ocurre allí cuando hablamos de diseño y mobiliario. Y esto es lo que nos han contado seis de ellos que, con visiones diferentes y distintas perspectivas, están marcando el rumbo de un mercado cada vez más alejado de la producción en masa y más entregado a la autoedición y a la manufactura de autor.

A mitad del XIX, en los Estados Unidos se vivió una fase productiva denominada por el historiador Sigfried Giedion como “movimiento de muebles patentados”. Con un mobiliario funcional y accesible, se fundó una tradición de fabricación democrática que se iría reforzando conforme avanzaba el siglo XX. Nombres como Raymond Loewy, Henry Dreyfuss —y, posteriormente, los exiliados europeos de la Bauhaus— lo cambiaron todo. Una disciplina que siempre tuvo claro que el concepto es importante, pero que la industria y el negocio también lo son, o incluso más.

70 años después de que los Eames pusieran el diseño en la dirección correcta, nos encontramos con firmas en las que predomina la autoedición, la utilidad y la exclusividad. No son muebles para todo el mundo, pero sí para una amplia minoría. Acabados lustrosos, referencias eclécticas, creadores de escritorio y de taller… Así se antoja el pequeño recorrido que hemos hecho por estudios afincados en Estados Unidos —la mayoría en Brooklyn— con los que hemos hablado para que nos cuenten cómo viven el diseño al otro lado del Atlántico.
Another Human. Geometrías lúdicas

Empezando por orden alfabético, Another Human crea objetos y mobiliario escultural capaces de convertir el lugar más aburrido en un parque de juegos. Another Human es un estudio de producto e interiores ubicado en Los Ángeles. Fundado por Leah Ring en 2017 e impulsado por una defensa absoluta de la libertad creativa, su trabajo se presenta como algo dinámico, excitante y, aun así, funcional. En su porfolio podemos ver una clara alusión al grupo Memphis y, de acuerdo con Leah, a una estética inspirada con el espacio exterior. Con este tipo de referencias y con lo mucho que abundan las curvas, no sorprende que sus obras generen interiores divertidos, que perfectamente encajan en esa ciudad, centro neurálgico del cine.


Para desarrollar este universo sugerente y naif, la diseñadora se vale de metal, tapicería y acrílico. De este último destaca que su “transparencia permite diferentes puntos de interacción para desafiar la perspectiva del espectador de una manera interesante”. El uso vibrante del color y las formas otorga a sus piezas una personalidad propia, haciendo que uno se debata entre usarlas, abrazarlas o contemplarlas.

Esa geometría alienígena y rebelde la vemos, por ejemplo, en La colección ET: una serie de muebles dispares con nombre propio, que parecen inspirados por los personajes deEl Quinto Elemento, y que narran el encuentro entre seres de diferentes planetas. Leeloo es como si el jarrón Savoyde Alvar Aalto consumiese psicotrópicos y decidiese convertirse en mesa auxiliar. Zorg, homónima del villano dueño de Zorg Industries, se presenta como una amigable silla alta funcionalmente arriesgada.
Bower Studios. Acabados poéticos

Dejamos atrás L.A. y nos acercamos a Brooklyn. Allí nos encontramos con Bower Studios, que juega con nuestra percepción de lo que es duro y lo que es blando.Las curvas y los acabados delicados de sus creaciones nos trasladan a una atmósfera idílica, tanto para la contemplación como para dormir la siesta.


Los fundadores de Bower, Danny Giannella, Tammer Hijazi y Jeffrey Renz, se conocieron diseñando y construyendo muebles en un estudio en Red Hook, donde refinaron sus habilidades de producción y surgieron las ganas para crear su propio mobiliario. “Nos fascina lo extraño, pero familiar. Nos encanta establecer conexiones inesperadas encontrando la inspiración en lugares inverosímiles: de la naturaleza, la arquitectura, la moda o, simplemente, de un pequeño detalle en cualquier objeto ordinario”.


Su trabajo se contextualiza en espacios comerciales y en entornos residenciales, donde generan ambientes poco sobrecargados pero dotados de encanto. Su mobiliario —que combina estructuras rígidas con aspectos redondeados— resulta sencillo y elegante y demuestra un buen ojo a la hora de combinar materiales y acabados de manera poética. Algo visible en Melt Collection.
Stefan Rurak. Ebanista performativo

También en Brooklyn, en el estudio de Stefan Rurak se realiza mobiliario que produce él mismo. Su porfolio es el resultado de un largo viaje artístico que va desde la fotografía a la performance y más tarde al diseño, que el propio Rurak entiende como un acto performativo.


Acompañado de Seth, su mano derecha, Stefan lleva a cabo la creación y la producción de su obra: desde procesar madera hasta fundir o soldar. Los gestos expresivos que hay en sus muebles ponen de manifiesto la carrera artística del autor que, a través de trazos, ralladuras y pinceladas crea un mix funcional entre arte y diseño. Para Rurak, los movimientos de fresado, el uso de cinceles y amoladoras o incluso las astillas de madera que vuelan desde el torno giratorio, le permiten considerar como una gran performance toda acción del proceso que conlleva la fabricación de, por ejemplo, una silla. “Literalmente, el sudor y la sangre que se emplean y la fuerza y el control que uno ejerce sobre su cuerpo apelan a mi idea de poner a prueba los propios límites físicos”.

Concrete & Steel Unit for Livinges uno de los objetos más impresionantes de Rurak: una consola baja compuesta de tres puertas, dos estantes vistos y cajones. De acabados a mano y acompañada por salpicaduras, representa el abandono de la distinción entre arte y diseño por parte del autor.
Kin & Company. Metalistería arquitectónica

En el mismo distrito tenemos a Kin & Company, el estudio fundado por los primos Kira de Paola y Joseph Vidich. Los dos estudiaron arte. Joseph se centró en fabricación de metal para después graduarse en arquitectura por la Universidad de Columbia, y Kira ha ido creando interiores y muebles de alta gama. Dada la compatibilidad de sus caminos, decidieron unir fuerzas para hacer mobiliario además de metalistería arquitectónica. “Nos encanta el contraste grueso/fino. También nos centramos en las pátinas de la superficie: ¡ahí es donde realmente sale a relucir nuestro background en bellas artes!”


Su obra demuestra su fascinación por la artesanía, los buenos terminados y los detalles. Exploran las infinitas posibilidades del metal, en especial acero y bronce. Principalmente usan chapa, que enrollan y cortan generando contrastes entre lo grueso y lo fino, así como aplicando texturas variadas en las superficies. Quizás lo que los hace más reconocibles, aparte de los diferentes aspectos que dan al metal, sea su evidente fetiche por las curvas, los círculos y los semicírculos. “Creo que la mesaWave representa muy bien nuestra labor. Es mínima, pero muy expresiva y escultural. Está hecha de chapa y tiene un acabado con tratamiento térmico, que le proporciona una calidad iridiscente arremolinada».

A pesar de su énfasis por el mundo tangible, Kin & Company no se queda ahí. Es posible que algunos lo conozcáis, como fue mi caso, por la exposición virtual Inside-Out que comisariaron durante la cuarentena. En ella pudimos ver trabajos de diseñadores emergentes y consagrados, contextualizados en paisajes de otro mundo creados por el artista Duyi Han.
Slash Objects. Materiales en transición

“Me fascina la unión entre materiales, cuando una línea se convierte en un plano y un punto revela un pináculo. Me encanta la simplicidad y ser capaz de conseguir mucho con muy poco.” Así habla Arielle Assouline-Lichten, otra de las creativas que se decidió por iniciar un proyecto en Brooklyn. Al frente de su estudio, Slash Objects, crea piezas para el hogar pensadas desde lo elemental.


En todas ellas existe una geometría marcada y un contraste entre los colores y las texturas de los componentes que emplea, como, por ejemplo, combinando mármol con latón o caucho con metal. Tanto su mobiliario como sus objetos más pequeños muestran el interés de Arielle por resaltar la belleza del contraste. A pesar de que considera que sus creaciones están mejor contextualizadas en una exhibición, la verdad es que su obra no necesita estar en el cubo blanco para llamar la atención sobre sí misma.

Cuando le pregunto que cuál de sus proyectos la representa más y por qué, Arielle lo tiene claro: “Aspiro a parecerme a la Coexist Daybed, tan elegante y sin esfuerzo. Aunque he de decir que estoy más vinculada al CYLde goma, temperamental y rebelde, cada uno de ellos una ardua hazaña a pesar de una receta que nunca cambia.”
Vonnegut / Kraft. Manufactura escultural

Entre las técnicas de fabricación tecnológica y la artesanía tradicional. Ese es el espacio natural en el que se mueve Katrina Vonnegut y Brian Kraft, fundadores del estudio Vonnegut / Kraft. Como ocurre con Kin & Conmpany, los socios tienen una formación dispar: Katrina estudió mobiliario y Brian, Bellas Artes y Literatura Inglesa. A pesar de llegar al diseño desde perspectivas muy diferentes, ambos coinciden en que la fabricación y la manufactura son una parte crítica a la hora de crear formas funcionales y esculturales.

La primera vez que vi una imagen de Mesa Chair en la plataforma The Future Perfect —una silla de madera hecha por módulos de acabados redondeados que encajan a la perfección—, me dio una sensación que bien se podría definir como gratificación estética. Porque si algo caracteriza a este estudio, a pesar de los cambios de material y las distintas técnicas que emplea, es que, gracias a sus colaboraciones con productores, todo encaja. Lo vemos en Crescent Lounge, cuya paleta cromática y de elementos es infinita, capaz de mantener una composición realmente atemporal.


Katrina da su visión más programada, haciendo planos y bocetos, mientras que Kraft aporta la velocidad del prototipo, que siempre detalla en escala real. Ver sus muebles, el uso de los encajes, los colores nunca estridentes, la manera en que un componente se apoya sobre otro en una diferencia visible, pero armónica… Todo ello transmite la calidez de un trabajo hecho sin prisa y para perdurar.

Si hablamos de nuevo diseño en Estados Unidos —la cuna del fordismo—, parece que la producción en cadena se ha visto reducida. Si bien los creadores utilizan la autoedición para hacer llegar sus muebles al mercado, esto dista mucho de ser una línea de montaje. La pequeña escala en la que operan les permite, sin embargo, frescura dentro de los estándares, haciendo converger concepto, materiales, estrategia artesanal y tecnología. Y todo ello sin perder de vista el público objetivo al que se dirigen. El resultado es una disciplina nómada, diversa, promiscua y no normativa. Más que como estudios, estos equipos funcionan como empresas: algo que muchas veces se nos olvida a este lado del Atlántico.