En un pequeño pueblo cerca de Amberes, el arquitecto belga Vincent Van Duysen ha diseñado una bodega inspirada en las construcciones agrícolas locales. Marcado por la horizontalidad, el proyecto se compone de diferentes volúmenes en madera negra y hormigón que giran alrededor de un patio central.
Una bodega moderna que respeta la tradición agrícola local
Existe una concepción errónea cuando se vincula la práctica arquitectónica con la necesidad de innovar tanto técnica como estéticamente. Por ello, no debemos caer en el error de percibir el éxito de un proyecto por el nivel de originalidad formal en su estructura. Realmente hay vanguardia en la tradición, y aprender de lo que siempre estuvo ahí puede ser un buen punto de partida.
Un ejemplo de ello es esta bodega diseñada por el arquitecto belga Vincent Van Duysen, situada en Liezele, un pequeño pueblo a 30 minutos de Amberes. Se trata de un edificio de nueva construcción que mantiene las formas clásicas. La morfología vernácula presente en las granjas locales ha inspirado la concepción estructural de esta propuesta, que busca armonizar con el campo que le rodea.
Los volúmenes de Vincent Van Duysen
Formalmente, Winery VV se compone de dos volúmenes que dialogan entre ellos. El primero presenta un aspecto tradicional, con líneas horizontales y cubierta a dos aguas; mientras que el otro, destaca por su verticalidad y tonalidad oscura. El conjunto lo completan cuatro bloques de hormigón que proporcionan una superficie simbólica para generar una plaza comunitaria, en la que se recolecta la cosecha o se reúnen los agricultores tras la vendimia.
Hormigón y madera negra; refugio y calma
El aspecto brutalista de esta edificación no es aleatorio. La intención de Vincent Van Duysen ha sido clara: transmitir al visitante una sensación de calma y serenidad que acompañe la experiencia de la cata de vinos. Erigir un remanso de paz en medio de un campo verde que ponga en pausa la vida urbana y nos traslade a la ruralidad contemporánea.
Para lograr tal objetivo, la materialidad ha jugado un papel fundamental. Así, los elementos como el hormigón visto, la piedra natural en el pavimento exterior, la madera teñida en negro para las techumbres o los colores fríos se mezclan a la perfección con grandes ventanales que mantienen un contacto permanente con el exterior.
El interior continúa con el mismo concepto que la envolvente externa. La tonalidad negra de la madera —que reviste techos, paredes y muebles— se inspira en la imagen de los graneros locales que utilizaban alquitrán para proteger el armazón de madera. La sensación de refugio cobra fuerza y se reafirma en la idea inicial de combinar vanguardia y tradición para ir un paso más allá.
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Se ubica en Liezele, un pequeño pueblo situado a 30 minutos de Amberes, en Bélgica.
El arquitecto belga Vincent Van Duysen.