Los parisinos Studios Du Lendit acogieron el último desfile de la marca francesa Courrèges. A la vuelta de verano, Nicolas Di Felipe —director creativo de la firma— se unió al artista Théo Mercier para dar forma al show SS 2023. Un paseo circular alrededor de un reloj de arena gigante fue, junto a los monocromáticos looks, el punto clave del espectáculo.
Di Felipe y Mercier para Courrèges
Nicolas Di Felipe lleva siendo un niño prodigio desde hace mucho tiempo. Sin llegar a los 40 años, el belga sostiene a sus espaldas una trayectoria de lo más extraordinaria. Ha pasado por casas tan emblemáticas como Balenciaga, Dior o Louis Vuitton, pero es en la fundada por André Courrèges donde se siente verdaderamente realizado.
Y fue en este desfile donde cruzó su camino con Théo Mercier. Este escultor y director escénico francés se ha sumergido en el mundo del arte de un modo autodidacta, y ha expuesto sus piezas e instalaciones por todo el mundo. Suiza, Francia, México o Cuba han sido testigos de su reflexión en los campos de la antropología, la geopolítica y el turismo.
El reloj de arena gigante para un Fashion Show
En este trabajo conjunto, trazaron un círculo perfecto de arena como escenografía, colocando a los espectadores en la cara interior de los laterales de un cubo para acabar mirando al centro de la gran sala. La imagen generada era de lo más sugerente: un punto gigante en tonos tierra que contrastaba enormemente con el blanco inmaculado de la habitación. De repente, el sonido de las olas y el mar inundaba la estancia hasta que, poco a poco, el espacio comenzó a iluminarse de forma homogénea y un fino hilo de arena empezó a desprenderse desde el techo. Su apariencia se engrosaba e iba cayendo a mayor velocidad conforme avanzaba el desfile.
Siguiendo el recorrido que marcaba la curva, las modelos parecían desafiar al tiempo, pues caminaban en contra de las agujas del reloj, con la erosión del suelo cada vez más pronunciada. El primer atuendo oversize dio paso a piezas que desafiaban al cuerpo. En esta ocasión, la colección se alejaba del característico futurismo retro y se apropiaba de la tendencia Y2K: pantalones de tiro bajo, denim deconstruido, botones en espiral, tejidos puntiagudos, trasparencias… Con los zapatos en la mano, las modelos parecían disfrutar de un cálido paseo por la orilla del mar. Como si las prendas relajadas y la paleta de color de Courrèges construyeran, en pleno otoño, una oda al verano.
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