AIDI y AHEC unen fuerzas en la convocatoria de diseño sostenible Toca Madera. De un lado, la Asociación de Ingenieros de Diseño Industrial y del otro, The American Hardwood Export Council, principal exportador de roble rojo americano. Un feliz encuentro de talento y material prima. En este caso, un material sostenible que ofrece posibilidades infinitas con esa misma premisa en el briefing de la muestra: “Objetos infinitos” que perduren en el tiempo. La madera no es tecnología, aquí no estamos hablando de obsolescencia programada. Es biodegradable, por lo que entendemos el concepto de infinito aplicada a la función y a la forma; al proceso y al resultado. Los ocho ganadores del certamen han interpretado el escueto briefing haciéndolo suyo en una convocatoria que busca “exaltar el papel del diseñador como solucionador de problemas, más que su función como creador de producto final, para cambiar la cultura del comprar y tirar.”
Dicho y hecho. Al entrar en el centro cultural Fernando Fernán Gómez en la exposición Toca Madera nos encontramos las ocho propuestas ganadoras. En casi todas ellas encontramos cierto toque lúdico, juguetón; casi todas tienen más de una función -algunas con fuertes vínculos con a la infancia-, y prácticamente todas definen el espacio doméstico o los objetos como un lugar/cosa asociado a la memoria emocional, a generar conexiones, a los rituales, o al menos a esos gestos cotidianos que a base de repetición alcanzan esa categoría.
Fernando Hernández propone dar un nuevo significado al momento de tomar café, ese ratito íntimo que compartimos con alguien, idealmente sin prisas y con buena conversación. Su colección de elementos está formada con un mortero para moler los granos, una balanza y una caja para su conservación. El propósito del proyecto es fusionar café con historia, por lo que cada elemento está inspirado en Arat Kilo y Beta Girorgios: dos de los monumentos más importante de Etiopía, lugar donde se sitúa el origen del café. De esos rituales diarios viene la propuesta de Sergio Rodríguez Casado con su Proyecto Bailarinas, una consola pensada para el recibidor con un juego de peonzas que nos invitan a entretenernos un poco y reflexionar al salir o llegar a casa.
Cooplay es un juego para niños compuesto por seis mundos figurativos (mesas modulares) para explorar a través de la experimentación y la imaginación. Su autora, Irena Ventsislavova, quiere que funcionen como catalizadores de la imaginación y el juego libre. Otro de los ganadores también se centra en esta etapa de la vida con la cuna From Cradle to Cradle. Este trabajo colectivo de María Ruiz, Celia Martínez y Daniel Romero se adapta a los distintos momentos en el crecimiento del bebé. Además, cuando este deja la cuna por la cama, From Cradle to Cradle se convierte en dos sillas.
En esta misma línea está Dew, un conjunto de elementos polivalentes y adaptables a cualquier espacio que responde a las necesidades de esta vida semi-nómada que llevamos muchos. Espejo, luz, estantería… todo de una neutralidad adaptable a cualquier estética y de tan adaptable que podrían ser nómadas dentro de nuestra propia casa, ya que se adaptan a cualquier estancia del hogar.
Diseño resiliente. De una manera menos obvia, pero también conectada a la infancia a través de la memoria, el proyecto de Jaume Molina López es una reinterpretación de las sillas de enea con las que creció y que siempre vienen a su cabeza cuando alguien nombra ese objeto. La inevitable silla que aparece prácticamente en cada convocatoria de este tipo.
Otra reinterpretación de un clásico es el taburete Barlovento, producido utilizando técnicas tradicionales en fabricación de barcos, que curvaban la madera para conseguir formas aerodinámicas y eficientes, aprovechando mejor la veta de los árboles.
Rojo Furoshiki es probablemente el proyecto más sorprendente. A través de un sistema de piezas pequeñas, escalables y tejidas entre sí, María Risueño ha conseguido tratar la madera como un textil. Desde bolsos a biombos, su idea da una dimensión y una textura nueva al material multiplicando sus posibilidades. Tiene un lejano precedente en los cubreasientos de bolas que llevaban los taxistas antaño, pero usamos esta referencia solo para orientar al lector, ya que en este caso el resultado es mucho más elegante.
Aunque el nombre de esta expo, Toca Madera, implique superstición, tocaremos madera para ver más convocatorias como esta en las que cada parte implicada en el proceso sale beneficiada. Ya dice el refrán que a quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Y el roble rojo americano parece que da mucho más que buena sombra. Podrá verse hasta el 1 de marzo.