Reencarnar la ciudad de Los Ángeles en un edificio. Ese ha sido el resultado que ha conseguido el arquitecto tanzano de nacionalidad británica David Adjaye con la nueva tienda de The Webster: una cadena estadounidense de ropa, accesorios, complementos y decoración de lujo.
Adjave Associates y The Webster
El estudio Adjaye Associates nace en el año 2000 en Londres. Su portfolio, que incluye desde casas privadas pasando por instalaciones temporales hasta centros artísticos y edificios cívicos, logra abrirse un hueco por primera vez en la capital más poblada de California. Reconocido por ofrecer proyectos únicos donde el color es sin duda una de sus obsesiones, el arquitecto y su equipo planifican propuestas de trescientos sesenta grados, cuidando al completo la estructura general de la obra hasta el más mínimo de los detalles.
El otro protagonista de esta historia es el cliente: The Webster. Cada uno de sus locales es distinto de los demás, aunque todos defienden la elegancia y la exclusividad, y buscan conseguir que el visitante viva una auténtica experiencia de compra. Los componentes que hacen de estos espacios lugares únicos y el producto suntuoso que venden a su público, fueron pistas esenciales que ayudaron a David Adjaye a construir la última de estas boutiques.
Paisaje en color rosa
The Webster remata una esquina del centro comercial Beberly Center, y lo hace, además, en color rosa. Partiendo de que la propietaria de la cadena -Laure Hériard- quería alejarse de una tienda “normal”, Adjaye experimentó con diferentes pigmentos e hizo de los 1020 m2 un paisaje escultural donde los productos y maniquíes camparían a sus anchas.
El exterior es imponente. Por un lado, hay un semicírculo de hormigón que protege la parte superior de la boutique, mientras que en la parte inferior, a nivel del suelo, se genera un gran contraste con las tres grandes láminas de vidrio curvado que defienden y conforman la fachada: lo que permite ver el interior y causar, a su vez, un reclamo en el visitante. Por si fuera poco, el muro queda revestido por una pantalla LED que mostrará de manera rotativa obras de arte, y que además, aportará un extra de luz.
El interior es otro punto fuerte. Oscilando entre diferentes texturas y tipos de hormigón -también en tonos rosas-, las curvas y las rectas mantienen un diálogo que irrumpen en la tranquilidad absoluta que proporciona el establecimiento. Una iluminación silenciosa y ordenada enfoca el desnudo material que dejará toda la relevancia a los Manolo Blahnik, Loewe, Stella McCartney o Saint Laurent -entre muchas otras firmas- que vivirán en los expositores.
Más allá del producto
Tanto arquitecto como propietaria tienen claro que los espacios comerciales más interesantes son aquellos que actúan como centros sociales: aquellos que los clientes recuerdan y a los que quieren regresar. El paisaje abstracto, sereno, cálido y orgánico de The Webster cumple con una de las consignas del proyecto: a la hora de concebir la propuesta, había que ir más allá del contendor –de la caja- para que la compra sea mucho más que eso. Para que sea casi una ceremonia. Es posible que un producto de esta tienda nos dure mucho tiempo, pero objetivo de Adjaye es que el recuerdo de haber estado allí dure mucho más.