Bajo el nombre de Swarovski Crystal Palace y con el propósito de dejar huella en el mundo de la iluminación, el emporio austriaco del cristal y la joyería invita desde hace casi una década a los mejores profesionales del diseño internacional a crear objetos de colección. Piezas que reinterpretan la clásica lámpara de araña y que utilizan para ello la más avanzada tecnología.
Diez años no son nada, y febril la mirada se pierde y se maravilla en el rutilante –nunca mejor dicho- mundo de Swarovski, la firma austríaca de producción de cristal para joyería, que con su Crystal Palace de Milán y Miami ha permitido a diseñadores consagrados y emergentes experimentar con un material tan tentador y sutil como el cristal aplicado a la iluminación y el producto. Casi una década ha pasado de esta particular iniciativa que para Nadja Swarosvki, responsable de comunicación internacional, “ha sido un increíble viaje a lo largo del cual la tecnología punta y los procesos de producción digital han llevado a muchos diseñadores a investigar para alcanzar nuevos niveles de creatividad”.
Cuando se pensó el Crystal Palace, la consigna era reinventar la lámpara de araña para el siglo XXI, pero ese punto de partida rápidamente derivó en algo mucho más amplio: había que interpretar la belleza del cristal de Swarosvki en piezas de diseño. Así, este emporio familiar, que durante años destacó en la alta joyería y en los materiales para complementos y moda, ha incursionado desde hace casi dos lustros en el campo de la iluminación, el mobiliario y la arquitectura. Evidentemente, presentar en Milán y Miami un showroom temático de diseño, arte y tecnología, ha sido una excelente vuelta de tuerca en el mundo del marketing. Lo que ha hecho que la marca dé visibilidad a su progresivo acercamiento a estos nuevos universos en pos de “objetos bellos, funcionales y exclusivos”.
Mecenazgo e investigación
Con Swarovski Crystal Palace la compañía se ha erigido en un ejemplo de mecenazgo, actuando como una especie de hada madrina que con su varita señala a los elegidos. Según Nadja, “el diseño de autor encuentra en estos eventos anuales una oportunidad de dar rienda suelta a conceptos e ideas sin más límite que la propia imaginación enfrentada al material”. Esto demuestra que un encargo no sólo no restringe el aspecto creativo, sino que le permite además asumir más riesgos. “Queremos que los autores se atrevan a trabajar el cristal de Swarovski transformándolo en un medio de expresión artístico, decorativo y funcional”, insiste Nadja. Es por eso que esta plataforma ha crecido como “una verdadera incubadora de ideas que se esfuerza continuamente por proponer nuevas fronteras no sólo a nuestro material sino también a la disciplina del diseño”, agrega la orgullosa heredera de este imperio que se encuentra dirigido por la cuarta y quinta generación de la familia. Por aquí han pasado, entre otros, Zaha Hadid, Studio Job, Ross Lovegrove, Tom Dixon, Ron Arad, Tokujin Yoshioka, los hermanos Campana, Arne Quinze, Gaetano Pesce, Tord Boontje… dejando su impronta en piezas de colección.
Y aunque ya se sabe que preferir a un hijo sobre otro no es políticamente correcto, le pedimos a Nadja que nos comente, someramente, algunos de los proyectos que han formado parte de la convocatoria. Así, define Dreamsaver, de Arne Quinze, “como una composición que utiliza los cristales de Swarovski de forma muy inteligente para construir una experiencia multisensorial”. Por su parte, el efervescente estilo de Blossom, de Tord Boontje, “se ha convertido en un clásico, hecho de lo que nos sentimos muy orgullosos”, nos dice. Globe fue la segunda propuesta que realizó Studio Job para la empresa austríaca “y es una obra maestra impresionante en la que queda de manifiesto su predilección por el arte y su atracción por la riqueza de los cristales”. Ron Arad tampoco decepcionó a los organizadores con su araña Lolita que invita a interactuar directamente con ella a través del uso de leds controlados por un ordenador a los que se puede enviar mensajes de texto. “Su colaboración confirmó que siempre desafía lo convencional”, concluye Nadja.
Art Basel Miami 2011
Pero, ¿cómo definir el lenguaje de este material a primera vista tan implacable pero finalmente maleable, dinámico, sugerente, polifacético y cercano? “Las propiedades del cristal subyacen en algo que puede ser fácilmente definible: trabajar con él es trabajar con lo extraordinario”, responde Nadja sin pestañear. Y si Swarovski Crystal Palace se está especializando en iluminación, es tal vez porque en las nuevas manifestaciones del interiorismo se depende cada vez más del diseño lumínico. “Mi abuelo y los fundadores de Swarovski fueron de los primeros en reconocer las ventajas del cristal y de su aplicación para la luz”.
Para convocar año tras año a quienes formarán parte de esta gran instalación temporal, un comisario elige a los profesionales que participarán en cada edición, aunque con el tiempo los programadores han establecido una amplia y estrecha red de colaboraciones. Como se ha indicado anteriormente, los diseñadores investigan con total libertad y reciben el apoyo que necesitan para ejecutar sus creaciones: desde el concepto original hasta el momento de manufacturar las piezas, y por supuesto, a través del lanzamiento y exhibición de las mismas. “Estoy convencida de que son buenos tiempos para el diseño”, dice Nadja con espíritu optimista. “Hay mucho talento ahí fuera. Y con esta fabulosa posibilidad de combinar viejos materiales con nuevos procesos veo el presente y el futuro como algo excepcional”.
Este año, Swarovski no va a presentar nada en Milán, sino que va a concentrar todas sus energías en la próxima edición de Art Basel Miami. Patrik Fredrickson y Ian Stallard, grandes referentes del diseño de vanguardia, son los encargados de la selección de los nombres que trabajarán en esta convocatoria. Todavía es una incógnita quiénes estarán allí y con qué nuevas formas nos sorprenderán. Lo seguro es que la calidad atmosférica de los cristales de Swarovski ofrecerá, una vez más, un mundo de reflejos y sugerencias en la búsqueda por atrapar la luz más audaz del diseño contemporáneo.