La calle es cuna y escenario de manifestaciones creativas que no llegan a auditorios, museos o teatros, al menos en un primer momento. Hablar hoy de cultura urbana es referirse a los artistas que abren ventanas a la sorpresa en túneles, muros y paredes. Pero es también hablar en el ámbito musical del hip hop, y en el deportivo, de una serie de prácticas que carecen de estructura en equipo.
Al amparo de nuestras plazas, bulevares y centros comerciales, se han curtido chicos en escaleras, rampas y explanadas haciendo skateboard, bici acrobática, y últimamente parcours: una modalidad de carrera gimnástica nacida en las barriadas de París, y que consiste en salvar obstáculos arquitectónicos. Sus exhibiciones a menudo se enfrentan al descontento de vecinos y al peligro de ejecutarse en zonas no preparadas. En Haderslev, Dinamarca, el Ayuntamiento ha querido sacar de la marginalidad esas actividades con StreetDome: un proyecto dedicado a los deportes no-organizados donde la superación individual prevalece sobre la competición o el espíritu de grupo.
La idea inicial fue desarrollada por el estudio de arquitectura CEBRA, junto a Glifberg + Lykke, encargados de las infraestructuras estrictamente deportivas. Fuera, las “piscinas” u hondonadas curvas tienen su correlato bajo el “iglú” (o Domo) que da identidad al conjunto. Para adaptarse a las duras condiciones atmosféricas, de la construcción tradicional esquimal se utiliza la cubierta semiesférica y se elimina cualquier soporte de la bóveda. Así se consigue un amplio volumen interior y, sobre todo, se garantiza una mínima superficie expuesta a los vientos de la región: un detalle importante ya que, con el fin de reducir los costes de mantenimiento, el lugar carece de calefacción. En esta línea de ahorro energético, se han abierto entradas de luz natural en la misma cubierta que, además, es vegetal, rasgo que acentúa la protección frente a las severas inclemencias climáticas del norte de Europa.
Bajo el Domo coexisten áreas de entrenamiento y un espacio escénico con asientos. Y fuera, las pistas de baloncesto conviven con las de parcours, skate o bicicleta. Sin olvidar los silos que, además de funcionar como inmensos rocódromos, se han convertido en elementos icónicos mediante un inteligente ejercicio de arte callejero y paisajismo industrial. Estos seis faros urbanos son una metáfora vertical de la cultura más joven, entendida como un punto de encuentro social, de disfrute colectivo y de exhibición de habilidades