Relaciones dialógicas entre público y obra, nuevas maneras de fisicidad, espacios virtuales convertidos en zonas de experimentación… A partir de datos, informaciones digitales y códigos matemáticos, el colectivo alemán Random International diseña piezas y escenografías con las que cuestiona la relación entre hombre y máquina.
La vida evoluciona más allá de la biología, y las conversaciones sobre la mecanización y la automatización del hombre se plantean desde todos los campos: medicina, filosofía, literatura, ejército, economía. El arte más avanzado también se ha hecho eco de esas transformaciones y para ello siempre ha recurrido a la innovación científica con el objetivo de examinar los vínculos entre el hombre y la tecnología, entre la ingeniería y la fascinante ilusión de vida.
Los alemanes Hannes Koch y Florian Ortkrass son los integrantes de Random International, estudio con sedes en Londres y Berlín enfocado en la práctica tecnológica dentro del arte contemporáneo. Su ámbito son herramientas lógicas avanzadas -algoritmos de comportamiento, Leds, Oleds, placas de circuito, softwares y hardwares personalizados-, junto a medios más tradicionales de representación como espejos, marcos, impresoras de murales, fotografías… “Con ellos -nos dicen desde Berlín- damos forma a prototipos de posibles entornos conductuales experimentando con diferentes nociones de conciencia, percepción e instinto”.
Una realidad virtual -insisten- con la que quieren acercarse a “conceptos que replantean aspectos de identidad y autonomía”, a la vez que generan propuestas de fuerte contenido estético altamente interactivo para los espectadores. Esto implica voces multidisciplinares y muchas preguntas sin respuesta hasta que se hace la luz. “Parte de lo que hacemos es una manifestación amplificada y física de nuestra vida en un mundo desencarnado y cada vez más regido por algoritmos. Queremos explorar la condición humana en un contexto cada vez más mecanizado”, mantienen casi a modo de manifiesto.
ROOM Diseño.- El arte es cada vez más hipermedia, y en un mundo tan conectado casi toda la gente crea. En este entorno tan lleno de periferias, ¿cómo se afronta el criterio de la calidad y, sobre todo, cómo defienden su trabajo?
Random International.- El arte no se juzga por las herramientas utilizadas para su creación, sino por su contenido. Siempre ha habido nuevos materiales, y muchos poseen un gran valor potencial para dar respuesta a un problema o a un tema específico, lo que ha permitido oportunidades fantásticas para el progreso. Generalmente, nosotros no defendemos nuestro trabajo. Simplemente lo desarrollamos y lo sentimos con emoción. En nuestras propuestas, la vivencia y la percepción pertenecen, en mayor o menor medida, al público. En este sentido, tal vez nuestra habilidad sea leer poderosos significados en casi cualquier cosa. (Ríen)
R.D.- ¿Dónde se ubican? ¿En el arte o en el diseño?
Random International.- Somos entusiastas defensores de los procesos de diseño y los utilizamos para dar forma a nuestra obra, pero consideramos que nuestra producción es arte. Aunque, de nuevo, como en la pregunta anterior respecto a la evaluación de la calidad, esta consideración está abierta a la interpretación de quien visita nuestras exposiciones.
Graduados en la Universidad Brunel (Alemania) y en el Royal College of Art de Londres, los Random lanzaron su plataforma en 2005 y hoy se definen como un equipo colaborativo. El estudio está compuesto actualmente por más de 20 personas de orígenes y disciplinas muy diferentes (ingenieros, desarrolladores de software, diseñadores industriales, historiadores…) con un sentido afín del compromiso y del perfeccionismo, y con una misión: “Indagar en la esencia del hombre a través de acciones emocionales físicamente intensas”. Y lo hacen con el fin de reformular el concepto de lo real. “¿Cuál es nuestra reacción emocional ante máquinas que fingen ser nosotros?”-se interpela Koch. A lo que nosotros añadimos: ¿Lo digital es más real que lo físico?
Random International.- ¿Qué es real hoy en día? Vivir en un edificio es artificial, usar dinero que no existe realmente es artificial. Nosotros no creamos nuevas experiencias. Más bien estudiamos la forma en que el cuerpo reacciona a su entorno. Del miedo a la alegría, de la excitación y la sorpresa al aburrimiento: solo quedan nuestras reacciones y emociones. Y estas son viejas. Cualquier cosa nueva, del ámbito que sea, solo responde a lo que nosotros, como entes vivos, podemos sentir y experimentar.
R.D.- Para muchos, si a la novedad digital implicada en el asombro se le llama arte, estamos perdidos. ¿Qué tienen qué decir?
Random International.- La novedad no es necesariamente arte si carece de contenido y de contexto humano. Sin embargo, las cosas nuevas pueden dar lugar a tipos de expresión artística que no fueron posibles en otro momento como Sky Art, de Otto Piene, por ejemplo. O las propuestas de Fujiko Nakaya con la niebla. ¡La humanidad puede estar perdida de maneras muy diferentes!
Ya sea desde esculturas de pequeña escala, hasta instalaciones monumentales o intervenciones arquitectónicas, sus piezas de luz son entes sensibles que mutan ante las distintas actitudes de los usuarios. Dos ejemplos: Swarm Study / III en la colección del Victoria and Albert Museum de Londres o Swarm Study / IX que ocupa toda la fachada de la estación de ferrocarril de Chemnitz, en Alemania. Con esta serie y otras propuestas similares, el tándem diseña simulaciones y manipula nuestros propios instintos visuales. El espectador participa en el proceso creativo o lo cierra con su interacción en una especie de coproducción de significado.
En colaboración con diferentes universidades, Koch y Ortkrass han realizado proyectos sobre percepción visual, puntos de luz mecanizados, brazos robóticos… Con ellos cuestionan la lógica del comportamiento a través del estudio conductual y cognitivo. El impacto del software sobre la cultura está generando una nueva forma de percibir el mundo y, ante esto, según nuestros entrevistados, el arte debe tomar posiciones, no dejarse solo dominar.
R.D.- ¿Vuestras escenografías son advertencias?
Random International.- Con las tecnologías evolucionando cada vez más rápido, pensamos que el arte tiene mucho que decir sobre inteligencia artificial, robótica o las implicaciones éticas del aprendizaje automático; sin olvidar las consecuencias sociales para aquellos que probablemente están siendo reemplazados por robots. No podemos dejar este discurso en manos de los políticos, de los grupos de interés especial o los tecnólogos. Tenemos que liderar estas discusiones también desde nuestro campo.
R.D.- ¿Y cómo lo llevan a cabo?
Random International.- Muchos de los sistemas, productos y procesos que se están configurando actualmente en los entornos digitales tendrán muy pronto una manifestación autónoma en la esfera física. En este sentido, nuestro estudio quiere prototipar el comportamiento del entorno para descubrir cómo nos podemos sentir.
Es, por ejemplo, lo que vemos en Zoological (2017), pieza que se presentó en la Roundhouse de Londres como parte del espectáculo +/- Humano, del coreógrafo Wayne McGregor, un entusiasta de la inteligencia artificial, la biociencia y el estudio de los cuerpos en movimiento. Zoological es un conjunto de esferas voladoras autónomas: globos blancos llenos de helio que se mueven colectivamente y pululan formando patrones caleidoscópicos por encima de los visitantes y de los bailarines. Las esferas están programadas para reaccionar a su entorno como seres vivos individuales e inquietantes. El team alemán explica este trabajo como “una manifestación amplificada y física de nuestra vida en un mundo cada vez más regido por algoritmos”. Una llamada de atención ante las implicaciones del datacentrismo. “Como especie, tenemos que adaptarnos rápidamente a una cohabitación en continuo desarrollo con máquinas autónomas, cuya presencia es a menudo intangible o discreta. Zoological nace del deseo de explorar todo esto a través de la fisicalidad, el instinto y la emoción”, señalan sus autores.
Pero es, sin duda, Rain Room su obra más popular y emblemática. Inaugurada en el Barbican Centre londinense en 2012 y exhibida luego en Nueva York, Los Ángeles y Shanghái, la propuesta invita a los visitantes a atravesar un torrente de agua con la consiguiente sorpresa de que no se mojan gracias a los sensores que detectan su presencia y provocan que deje de llover. Largas colas de cuatro horas de espera llevaron a un público curioso a sentir esa singular transición entre la vulnerabilidad y la omnipotencia. Esta instalación inmersiva, nos cuentan, tardó 30 segundos en surgir como idea, pero su proceso de realización duró casi 4 años, antes de ser expuesta por primera vez. En abril de este año, se presentó su primera edición permanente en la Sharjah Art Foundation (SAF), en el distrito de Al Majarrah de los Emiratos Árabes Unidos. Ubicada en un edificio energéticamente eficiente de 4.876 m2 y construido a propósito, Rain Room utiliza cerca de 1.200 litros de agua reciclada y autolimpiable. Todo el equipo dedicó cinco años a estudiar los componentes de ingeniería y arquitectura necesarios para hacer posible la instalación que abandona, así, su carácter efímero.
R.D.- ¿Por qué creen que ha tenido tanto éxito?
Random International.- Dado que gran parte de la vida contemporánea se ha convertido en algo remoto e intangible, tal vez anhelemos más que nunca encuentros físicos, hipersensoriales. Además, la gente parece conectar con el universo exponiéndose a la lluvia. Y esta, a la vez, nos conecta individualmente con nuestros propios recuerdos. Rain Room crea un momento fuera del tiempo en donde las cosas funcionan, además, de un modo contraintuitivo. Por otro lado, ¡es muy fotogénica sin quererlo nosotros! (Risas)
R.D.- Para acabar y desde la perspectiva que ofrece la vanguardia absoluta en la que se mueven, ¿qué consideran hoy día realmente revolucionario?
Random International.- No tenemos ninguna duda: la gente.