Desde niño soy un gran enamorado de los pequeños electrodomésticos Braun ideados por Dieter Rams. En mi opinión, es el ejemplo más claro de diseño depurado hasta el último detalle. Los mejores resultados de la Escuela de Ulm llegaron a partir de 1955 gracias a la colaboración de Otl Aicher y Hans Gugelot, con un pequeño equipo de la empresa alemana, liderado por el propio Rams. Juntos rediseñaron gran parte de los aparatos electrónicos desarrollados por la marca, montaron exposiciones y establecieron su gráfica. Gracias a su trabajo, los productos de la firma adquirieron una imagen homogénea, basada en la simplicidad geométrica y en un enfoque netamente funcionalista. Un proceso que fue reconocido con el Gran Premio de la Trienal de Milán en 1957.
El primero de estos productos fue la radio-tocadiscos SK-4, concebida conjuntamente por Rams y Gugelot, y que sería apodada por la prensa como “el ataúd de Blancanieves” por su tapa transparente. Frente al criterio habitual de la época de encerrar los objetos electrónicos en cajas de madera decoradas como muebles de época, ambos decidieron crear una pieza completamente nueva donde cada detalle tenía una función clara y definida. Con el panel de control a la vista, los laterales de madera y la carcasa metálica de tonos claros abiertamente industrial, la SK-4 se mostraba sin camuflajes como un aparato eléctrico.
Aunque dicen que la serie SK no destacaba por la calidad de sonido, atrajo a los consumidores por su línea progresista e innovadora, asustando a la competencia todavía anclada en el pasado. A partir de aquí nació toda una línea evolutiva en la que se fueron introduciendo paulatinamente mejoras en el diseño y en la tecnología, pero manteniendo sus características formales bien definidas.
La vigencia de los productos de la marca germana se demuestra porque, más de 60 años después, se siguen fabricando. Y aún hoy nos fascinan. En mi casa, y estoy seguro de que en muchas otras también, seguimos desayunando un zumo de naranja exprimido con la Braun CJ3050. La citromatic de toda la vida, que no entiende de obsolescencia programada. Y su diseño tampoco.