El estudio de arquitectura de Giuseppe Farris convierte un viejo establo en una impactante oficina haciendo uso de un único recurso: la imponente escalera de vigas de madera que vertebra todo el interior. Además de conseguir una doble altura, la escalera dota al nuevo ambiente de despacho, librerías y áreas de descanso. La antigua fachada de ladrillo se mantiene en pie y es la que envuelve a otra piel idéntica de hormigón que el estudio belga construyó dentro para ganar estabilidad y confort térmico. Los arquitectos optaron por esta macroescalinata con el fin de no romper la percepción interior del edificio y que éste mantuviese su carácter flexible y diáfano. Menos es más y a veces es sólo uno. Pues con un único elemento basta para tocar el suelo y el cielo.