Arimaston es un referente en Tokio por su identidad arquitectónica rica en originalidad, paciencia y artesanía, y se muestra como un insólito edificio de hormigón inspirado en el buto, una danza japonesa contemporánea y abstracta. Su autor, Keisuke Oka, siempre ha tenido claro que es necesario volver al trabajo lento que pasa por las manos. Él preveía construir esta casa en tres años, pero finalmente tardó veinte, algo que confiesa con satisfacción. Su propósito y la inversión en tallar su idea le han merecido la pena. Esta vivienda en peligro de extinción rinde culto a la determinación de uno mismo. Arimaston mantiene un fuerte contraste con los inmuebles vecinos, ultramodernos y rectilíneos, que tratan de agotar el rendimiento del espacio. Por normativa legal —y presión comercial— va a ser desplazado diez metros. Aunque, allá donde se instale, será eterno por materializar una oda al tiempo y erigirse desde el alma de su maestro.