En la novela distópica The Drowned World de J.G. Ballard, la Tierra queda inundada por el deshielo. Bajo este concepto fatalista y dentro de Mayrit —la bienal de arquitectura y diseño cuyo lema en su segunda edición ha sido Los mundos sumergidos—, pudimos ver la silla de vidrio cortante del artista Josep Vila. ¿A dónde nos lleva el consumo desmedido, irracional e inconsciente? ¿Qué vamos a hacer con las cordilleras de residuos que ya invaden nuestro paisaje? Como primer acto de indignación, las manos del artista catalán sangran al hacer añicos todas las botellas de vino vacías que acumuló durante el confinamiento. A partir de ahí configuró este asiento agresivo de alta precisión, lejos del confort y la ergonomía. La estética punzante de sus teselas tornasoladas imposibilita casi por completo la funcionalidad del mueble, convirtiéndolo en una metáfora física y alarmante del lugar hostil que nos espera. Un futuro oscuro que ya nos deja entrever su afilada realidad. Pero ¿estamos a tiempo de evitarlo?
