Fusiles y bombas forman parte de la colección de peluches exterminadores de la holandesa Hannah van Luttervelt. La fijación de esta joven es plasmar en su obra reflexiones y hábitos cotidianos. En esta ocasión ha creado una serie delicada de dispositivos nucleares como juguetes para adultos. Sus misiles son de lana agradable y van etiquetados dulcemente con su alcance y potencial. El mayor de ellos contiene parte del arma nuclear de Hiroshima, paradójicamente denominado Little Boy. Luttervelt presenta estas piezas blandas y atractivas a la vez que asesinas, en un debate sobre lo que a día de hoy sigue siendo el juego cruel de unos pocos. Como denuncia sí, pero ¿no es momento de desactivar la violencia en el campo artístico y cambiar de trayectoria?