Piso de 280 m en el Eixample. Diseño, arte y color

ESTUDIO

Recién finalizada la reforma de su segunda residencia, los clientes se volvieron a poner en contacto con nosotras para amueblar y decorar el nuevo piso que habían comprado en el centro de Barcelona. Ubicado en la calle París, este piso de 280 m² ocupa la cuarta planta de un edificio residencial entre medianeras en el barrio del Eixample.

Aunque el piso estaba totalmente reformado y en perfectas condiciones para entrar a vivir, los clientes querían hacérselo suyo colocando un mobiliario que quedase integrado con el carácter de la finca y el estilo de la reciente reforma de interiorismo. En este sentido, el objetivo de este proyecto era el de escoger mobiliario con el que los clientes se sintiesen identificados y que acabasen de sentirse suyo un piso del que ellos no habían tomado ninguna decisión de la reforma.

Diseño, arte y color son las tres palabras que definen este proyecto y el hilo conductor tras cada elemento escogido. Así pues, nos decantamos por piezas de diseño, colocando un mobiliario moderno, colorido y de gran personalidad, que junto con las piezas de arte y la preexistencia arquitectónica, despierta sensaciones de estar en el centro de una ciudad.

Foto: Eugeni Pons

De este modo, no se modificaron ni la distribución ni los acabados de los espacios. Optamos por conservar el estilo industrial de la reforma preexistente, representada mediante los ladrillos vistos y el hierro negro, en contraste con el estilo más clásico de las molduras originales en los altos techos blancos y el cálido pavimento de madera en espiga.

Para el salón-comedor se han empleado tonalidades verdes y rojas como contrapunto a la presencia del negro. Con tal de respetar el lenguaje del espacio, se han incorporado piezas de hierro negras que combinan con las existentes.

Respetando el carácter industrial del comedor de la sala, buscamos dotarlo de sobriedad mediante una gran mesa de olmo negra con su elegante conjunto de sillas de madera también negra y en tapizadas en tonos verdes. El metal dorado de las lámparas suspendidas consigue iluminar sutilmente el ambiente y generar una continuidad material con el sobre del mueble aparador. De la misma forma, la madera de este mueble se relaciona con el pavimento y acaba de dotar calidez a este espacio. Finalmente, las lámparas de mesa aglutinan todas estas tonalidades y dan coherencia al conjunto.

En el salón, una gran estantería negra se contrapone a la pared y techos de ladrillo frente a ella para dialogar directamente con la madera negra del conjunto del comedor. Se trata de una pieza de gran presencia que organiza la zona del salón, orientando hacia ella un sofá en L de color gris con capacidad para toda la familia. El tono calmado del sofá, funciona como puente entre los dos ambientes y nexo para dar paso a las tonalidades rojizas y naranjas de este ambiente. Si bien la lámpara de pie, la estructura de la mesa de centro y la butaca vuelven a ser negras, el tapizado naranja-rojizo de la butaca añade una chispa de color al fondo negro de la estantería. Además, los cojines del sofá acompañarán este lenguaje de colores.

Foto: Eugeni Pons1)-8d24a32c

Aprovechando los dos paños de pared del comedor frente a la cocina, se realizó un banco de madera a medida en forma de L. Frente a él, la mesa y las sillas mantienen el carácter industrial del piso pero con un toque desenfadado mediante la estructura verde y cierto aire que nos transporta a la escuela. El artwork aporta el punto sereno y hace confluir tanto los colores como el estilo de cada elemento junto con la cocina.

La volta catalana de ladrillo y hierro negro fueron decisivos para elegir el mobiliario de la habitación de invitados. Si bien el negro del cabecero existente ya tenía una gran presencia en la habitación, la propuesta era la de aportar un toque de color y calidez a esta estancia. Sobre una base de colores crudos en los tejidos, volvimos a optar por los colores naranjas y verdes, pero esta vez en una gama cálida y otoñal. Paralelamente, escogimos piezas de madera clara que templasen el espacio, en oposición a unos pocos elementos de hierro negro. La alfombra acaba por darle el toque de colores que los clientes perseguían. Teniendo en cuenta el uso que tendría esta habitación, quisimos evocar la distribución de un espacio hotelero-vacacional añadiendo un escritorio y butaca auxiliares.

Los peques tenían claro que querían muchos colores en la habitación que compartían. Esto era un reto considerable, puesto que el ladrillo de techo y paredes llenaban el espacio considerablemente con su color y textura, y corríamos el riesgo de generar un ambiente muy cargado. No obstante, conseguimos incluir multitud de colores de una forma sosegada, a través de una alfombra de base blanca y diferentes puntos de colores. Junto a ella, la lámpara y la ropa de cama acaban de ligar el concepto de la habitación infantil.

Foto: Eugeni Pons

Desde la habitación de los peques se accede al balcón, el cual sigue con la línea colorida de esta estancia. A pesar de ser un espacio reducido, el conjunto de mobiliario consigue dar un uso a un espacio al que los clientes no acababan de sacarle jugo. Con el color verde como hilo conductor, el jardín vertical del fondo aporta un punto fresco a un espacio exterior urbano.

Los clientes querían que la sala de juegos inspirase un ambiente distendido para que tanto los más pequeños como los adultos tuviesen un rincón donde divertirse. Por ello, generamos dos ámbitos en la misma estancia: por un lado, la zona del billar y por otro, la zona para los juegos infantiles. Con el objetivo de que hubiese un encuentro entre ambos espacios, en la zona de billar decidimos colocar un papel de pared con figuras de diferentes colores, generando un diálogo con el espacio infantil. Esta franja sirve de protección para las posibles manchas que pudiesen aparecer en la pared por el juego. Además, delimita la cenefa de madera que acoge todos los accesorios para poder jugar.

En la zona infantil colocamos una alfombra con dos sofás livianos para que los peques pudiesen moverlos con facilidad y adaptarlos a sus juegos. El color crudo de esta zona aporta la atmósfera serena frente al intenso azul de la zona adulta. Los tejidos y el artwork juegan con los colores de ambas actividades para ponerlas en relación y crear un espacio coherente.

Comunicado por una gran puerta corredera, el estudio se abre al gran patio de manzana. Aunque esté conectado con la sala de juegos, este estudio inspira un ambiente tranquilo y de concentración, impulsado por la cálida madera y los colores crudos y pastel de los tapizados y alfombra. Aunque con un guiño a la actividad que se lleva a cabo tras la puerta, el mueble estantería del fondo recoge los juguetes de los pequeños de la familia.

A petición de los clientes, en la habitación principal fomentamos el uso de colores intensos. A caballo entre el azul, el verde, el mostaza y el rojo burdeos, el mobiliario dialoga con los tejidos y la gran obra de arte de la estancia. Estos colores encienden la habitación y despiertan emociones en quien la habita, sin renunciar al sosiego propio de la estancia.

Estudio
Nuria Selva

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