El Priorato de Trespaderne, una casona castellana rehabilitada del s. XVI

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ESTUDIO

En el corazón de la comarca de Las Merindades, al norte de Burgos, se encuentra El Priorato de Trespaderne, un exclusivo hotel boutique rural que invita a desconectar, reconectar con lo esencial y disfrutar de un entorno histórico y natural donde el tiempo parece detenerse.

Historia de Priorato de Trespaderne

Ubicado en una casona castellana del siglo XVI, El Priorato comenzó su historia como parte de la Iglesia de San Millán, fundada en el año 1052 bajo la ordenanza del Reino de Navarra. A lo largo de los siglos, su destino estuvo ligado al poder de los monasterios circundantes, especialmente el Monasterio de San Salvador de Oña y el de Santa María La Real de Nájera (La Rioja). En el siglo XVI, sobre los restos de la antigua iglesia, se erigió esta casona de piedra que sirvió como centro de recaudación de los tributos de la zona. Durante años, el cereal, el vino y el ganado se almacenaban en sus bajos, testigos de una vida monástica rica y activa.

Sin embargo, con la desamortización de Mendizábal en 1821, El Priorato dejó de pertenecer al Monasterio de Oña. Desde entonces, su deterioro fue inevitable, acelerado por cambios estructurales y un incendio devastador en 2011 que arrasó su interior. Solo las sólidas paredes de piedra, los arcos y una escalera sobrevivieron.

El Priorato está estrechamente vinculado a la vida y la historia de la familia Atienza. Tras años de abandono, Juan Atienza, padre de la familia, asumió el proyecto motivado por su fuerte vínculo con Trespaderne, su pueblo natal y escenario de tantos reencuentros familiares. Decidido a salvar el edificio más emblemático del pueblo, su perseverancia, junto a lo que Juan describe como un “ataque de romanticismo”, permitió la recuperación de un lugar que parecía perdido.

Arquitectura Atienza Maure

El Priorato ha sido cuidadosamente restaurado para ofrecer una experiencia de alojamiento que combina confort, historia y respeto por la tradición arquitectónica local. La rehabilitación del edificio, llevada a cabo por el estudio de arquitectura Atienza Maure, ha logrado conservar la esencia de la construcción original. Tomando como inspiración el museo de John Soane y el Rascainfiernos de Higueras, se han introducido elementos como amplios lucernarios en el tejado, que inundan los espacios interiores de luz natural.

 

Interiorismo

La casa cuenta con siete habitaciones distribuidas en tres plantas, cada una con un diseño propio. Mezcla elementos y mobiliario históricos y contemporáneos, ofreciendo un refugio acogedor donde el diseño, la arquitectura y los materiales nobles crean un ambiente cálido y familiar. La ausencia de televisores invita a desconectar por completo, permitiendo que los huéspedes se sumerjan en la paz del entorno.

Una de las joyas del edificio es la suite Solana, un espacio tradicional de las casonas castellanas, abierto al sur para aprovechar el sol en invierno. Este rincón, transformado en un apartamento independiente, incluye terraza, salón-cocina, habitación y baño. Desde aquí, las vistas al puente medieval de Trespaderne, el castillo de Tedeja y el Parque Natural de los Montes Obarenes-San Zadornil se despliegan ante los ojos.

Cada rincón de El Priorato respira historia. La imponente fachada de piedra conserva el escudo del Monasterio de Oña, mientras que en su interior, la majestuosa escalera de piedra y los arcos originales han sido restaurados para mantener viva la esencia del pasado. La cuidadosa selección de materiales, como la madera, el mortero de cal y el hormigón blanco, refleja un profundo respeto por la identidad del edificio. Este trabajo se llevó a cabo de forma artesanal, en estrecha colaboración con trabajadores locales.

Paisajismo

El jardín y la piscina, diseñados en colaboración con los paisajistas Mingo Basarrate, preservan el carácter natural y silvestre que presentaba la ruina original. Se respetaron las terrazas de piedra, los pocos árboles frutales que aún sobrevivían del antiguo huerto y una vegetación que cambia de manera natural con el paso de las estaciones. La era, el espacio abierto donde antiguamente se trillaba el trigo, se mantuvo despejada en la entrada del hotel, conservando su esencia y amplitud originales.

 

Estudio
Arquitectura Atienza Maure

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