Este proyecto partía de un espacio oscuro y con muchos compartimentos, lleno de pasillos estrechos y mala circulación. El “¿cómo quieres vivir?” de los clientes era poder tener un lugar lleno de luz y con espacios amplios para disfrutar de la casa, tanto con un desayuno soleado en la cocina como en una gran cena de amigos al aire libre.
El estudio de Barbara Aurell, Espacio en Blanco, dio la vuelta a la casa, abrieron los espacios al máximo, cambiaron radicalmente la distribución del salón que, ahora, gracias a unas enormes correderas, queda unido a la terraza que rodea la casa. Y eliminaron casi al completo los pasillos, haciendo que las habitaciones partan de una zona de estar común (ideal para futuros niños). Además, los propietarios querían una zona independiente con un baño enorme (con bañera y ducha) y un gran armario. Así que idearon una suite con luz a ambos lados y con la posibilidad de dividirse en caso de querer intimidad.
Otro tema importante para ellos era el colorido y la ilusión de empezar su pequeña colección de arte. Aurell decidió incorporar una paleta atrevida en algunos elementos destacados e incorporó curvas con la intención de hacer que fueran espacios más armónicos. Originalmente, la casa tiene en la terraza un pilar de gresite verde redondo, que han mantenido. Ese fue el punto de partida para redondear las esquinas y darle este touch verde a alguno de los elementos, empezando por el mismo marco donde se encuentran las correderas de la terraza, que son blancas, pero quedan dentro de una caja verde.
Y acabando con el gran mueble divisorio entre el salón y el comedor, que además de ocultar un pilar, y debido a los estantes de chapa metálica lacada que lo rodean, es ideal para poner la tv y para usar como biblioteca. De la misma manera, uno de los baños se hizo en micro-cemento verde con el lavamanos teja, a fin de hacer un juego con el otro baño, que coquetea con los mismos tonos pero en sentido contrario. El verde también está presente en la cocina, junto al teja. La maravillosa encimera de Gypsum, que se encuentra en la zona de entrada, y la madera de roble hacen que, desde el salón, se vea una cocina muy cálida. El resto es color crema. Y destaca la isla, diseñada con formas también redondeadas y en canutillo lacado.
- Estudio
- Barbara Aurell