Esta casa en la ciudad costera de Salou es el resultado de un proceso profundamente colaborativo con nuestros clientes.
Entre el mar y el campo: una casa que equilibra paisaje, intimidad y expresión formal
La visión de Alba —un tejado inclinado con vigas de madera vistas— y el deseo de Oriol de una vivienda que se abriera al jardín sin perder privacidad marcaron el punto de partida. A partir de estas intenciones exploramos proporciones, cubiertas y materiales, tomando elementos de la arquitectura rural del entorno, como los ranchos avícolas locales y su mezcla de texturas. También incorporamos referencias de las haciendas colombianas, especialmente la galería: ese espacio de transición habitable que, en climas cálidos, funciona como umbral sombreado y punto de encuentro. Esta combinación de influencias nos permitió construir una casa que dialoga con la arquitectura del lugar y, al mismo tiempo, introduce gestos formales que responden a la forma de vida de sus habitantes.
Distribución y estrategia
La planta baja se organiza para equilibrar privacidad y apertura. Al norte se ubican dos habitaciones individuales con baño compartido, cercanas a la entrada y más resguardadas del exterior. Hacia el sur se despliega la zona de estar, un espacio amplio y luminoso que se abre completamente hacia un porche sombreado. Este porche —interpretación contemporánea de la galería tradicional— actúa como zona de transición, permitiendo disfrutar del exterior protegido del sol directo y reforzando la idea de una casa vivida hacia afuera.
El dormitorio principal se sitúa en el extremo este de la vivienda, con una relación directa con la piscina y con el jardín. Desde esta habitación, las primeras horas de la mañana entran tamizadas y el acceso exterior se vuelve inmediato y cotidiano.
En la planta superior, un espacio diáfano se reserva para usos flexibles: estudio, sala de juegos o incluso una futura tercera habitación con baño independiente. Esta capacidad de adaptación permite que la casa acompañe las necesidades cambiantes de la familia.
El jardín funciona como un rincón verde e íntimo, al que se abre toda la fachada interior. Su condición recogida, protegida de las miradas de la calle, convierte este espacio en el verdadero centro emocional de la casa. Las estancias de la planta baja respiran luz y vegetación, y la relación visual continua con el verde refuerza la calma y la privacidad que buscaban los clientes.
Siguiendo la tradición de la arquitectura vernacular mediterránea, la estrategia de sostenibilidad se basa en la inercia térmica: muros de ladrillo celular de 40 cm, suelos de hormigón in situ con calefacción integrada y un tejado de doble capa con 20 cm de aislamiento de corcho y tejas ventiladas. Estos elementos mejoran el confort, reducen el consumo energético y consolidan una casa pensada para durar.
- Estudio
- MH.AP
