MVRDV ha planteado una propuesta de rehabilitación de un antiguo edificio en Tirana (Albania) dedicado al legado de Enver Hoxha. Un ejercicio de maestría arquitectónica que reviste la monumentalidad de la estructura con un espíritu accesible lleno de vitalidad, lejos del aura ideológica bajo la que fue concebida.
Una pirámide brutalista para narrar la historia de una caída
El edificio destinado a ser un museo dedicado a homenajear el legado de Enver Hoxha —líder de la República Socialista Popular de Albania entre 1946 y 1985— fue el más costoso de los que se construyeron durante la hegemonía del régimen comunista en ese país. Se inauguró en 1988, pasados tres años de la muerte de este. Que entre los miembros del equipo de arquitectos encargado de su diseño figurasen la propia hija de Hoxha y su esposo debe verse, sin duda, como un evidente signo del desacomplejado nepotismo de los sistemas totalitarios.
También como una manifestación de confianza en la continuidad del régimen instaurado por Hoxha, caracterizado por una adhesión fieramente dogmática a la ortodoxia ideológica estalinista: tan extrema que llevó al país a un completo aislamiento internacional y mantuvo a sus ciudadanos sumidos en un terrible estado de control, represión y pobreza.
La edificación, levantada para exaltar póstumamente su memoria, fue un inmenso monolito brutalista de forma piramidal que únicamente sirvió a la función que le fue originariamente asignada durante apenas tres años más. La caída del comunismo en Albania en 1991 supuso su cierre como museo y su adaptación a otros usos: emisora de radio, club nocturno, centro de conferencias y base de operaciones de la OTAN durante la Guerra de Kosovo en 1999.
La rebeldía de MVRDV
Entretanto, la juventud local fue también haciendo suya la estructura en proceso de degradación, grafiteando sus muros, escalando sus empinadas fachadas, deslizándose por las pendientes como por la de un tobogán… Esa apropiación rebelde y lúdica es la que ha servido como eje conceptual a MRVDV para promover su propuesta de rehabilitación. Una que, como en tantos otros casos de construcciones en las antiguas repúblicas soviéticas o situadas en la órbita comunista, es un sobresaliente ejercicio de arquitectura.
La apropiación es “una expresión de la capacidad del pueblo para superar y sobrevivir a los dictadores”, señala Winy Maas, uno de los fundadores de MVRDV. El estudio holandés ha logrado aquí una de sus más interesantes intervenciones al haber sabido revestir la monumentalidad con un espíritu accesible lleno de vitalidad, lejos del aura ideológica bajo la que fue concebida. Asimismo, este planteamiento surge también del respeto a la voluntad colectiva: en 2015, una encuesta entre los ciudadanos de Tirana puso de manifiesto que no deseaban demoler el que había sido el —sarcásticamente denominado— “mausoleo de Enver Hoxha”. Esto llevó al desarrollo de un proyecto de rehabilitación para convertirlo en equipamiento público destinado principalmente a los jóvenes.
Equipamiento público para los jóvenes de Albania
De la estrategia de MVRDV destacan dos gestos fundamentales, que sirven para enfatizar el carácter democrático de la renovada obra. El primero ha consistido en la diseminación de toda una serie de cajas-contenedores de diferentes colores por el exterior y el interior. Estas cajas —que contrastan con el tono límpido del hormigón— funcionan como cafeterías, estudios, talleres, oficinas y aulas donde se imparten cursos de formación gratuitos. Esta acción contribuye, junto con la introducción de rincones ajardinados y la presencia de superficies acristaladas, a suavizar —sin disimular— la contundencia del hormigón.
El segundo ha sido la instalación de tramos de escaleras alrededor de la fachada, que permiten ascender hasta su cubierta. El edificio se transforma así en una especie de gran escultura y parque público donde queda preservado ese original gesto de desafío y libertad de ascender y descender por sus frentes. Una rampa lisa facilita aún la posibilidad de deslizarse en modo tobogán. El espíritu jovial del armazón y su carisma de icono se ven reforzados por la iluminación exterior nocturna, que realza la atractiva visceralidad de su forma piramidal.
En un proyecto contemporáneo como el Palacio de la Paz y la Reconciliación, erigido por Norman Foster en Astaná (Kazajistán), la pirámide aparecía como una tipología ligada al autoritarismo político. MVRDV ha modificado aquí totalmente la dialéctica de esa modalidad para presentarla como una victoria serena de la democracia sobre el totalitarismo.
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Son obras de MRDV el edificio de viviendas Silodam y WoZoCo en Ámsterdam o el Pabellón neerlandés para la Expo 2000. En España destaca el edificio Mirador, en el madrileño barrio de Sanchinarro.