Ubicado en la antigua sede de ABC y Blanco y Negro de la calle Serrano, Pepe Leal ha deslumbrado con un interiorismo heterogéneo en el restaurante Torcuato. Un menú de diversos estilos escogidos por un mismo motivo: el de traer de vuelta lo mejor de cada época. Incluida la que está por venir.
ABC Serrano: un edificio donde todo tiene cabida
El edificio ABC de Serrano es un emblema del pasado para Madrid. Con la vista puesta en sus alrededores, ha sido testigo del crecimiento de la Castellana entre tantas otras cosas. A día de hoy su clásica arquitectura convive con un exotismo desenfrenado. La culpa la tiene Torcuato, el último restaurante del Grupo La Fábrica —que recibe el nombre del periodista y fundador— cuyo interiorismo corre a cuenta de otro habitual del sector hostelero: el diseñador Pepe Leal.
Pero Leal no se encuentra solo. Junto a él está el legado de José López Sallaberry —uno de los artífices de la arquitectura y el urbanismo del siglo XIX madrileño— quien proyectó su imponente sombra sobre todo lo que acontece en la estructura del inmueble. Un lugar alimentado por diversos estilos con lo que esto supone: la yuxtaposición de lo neomudéjar, lo neoplateresco o el modernismo, entre numerosas corrientes artísticas. Ahora su vetusta y heterogénea estética coexiste con un invitado más, la impactante fantasía exótico-futurista de la propuesta de Pepe Leal.
El interiorismo de Pepe Leal como reminiscencia cultural
“El espacio está muy protegido por Patrimonio, por lo que prácticamente no podíamos cambiar ni el color de las paredes”, afirma el diseñador. ¿Condicionantes? Acabados de inspiración nouveau catalana con referencias francesas; murales históricos pintados en el techo; un popurrí de materiales y texturas como vidrieras, hierro forjado, baldosas neomudéjares… Un desfile de tipologías formales y conceptuales cuya característica común es la diferencia. El reto no es fácil. ¿Cómo afrontar un enclave marcado por la memoria? ¿Cómo lidiar con tantas alusiones estilísticas? La respuesta de Leal es generosa: traer de vuelta lo mejor de cada periodo; incluido lo que está por venir. Y todo regido por una clave revisionista que trata de preservar y actualizar simultáneamente.
Para entender sus decisiones es importante comprender el origen de su campo de acción: la época y sus costumbres. La cultura en la que la obra de Sallaberry nace es la de una creciente curiosidad por cierto exotismo. Desde el coleccionismo de antigüedades y hallazgos, hasta el cultivo de plantas atípicas en los invernaderos, en señal del desarrollo de las ciencias arqueológicas y botánicas en el siglo XIX. Unos años en los que la gente empieza a viajar y a tener nivel adquisitivo en plena ebullición de la burguesía adinerada. Las clases altas comienzan a decorar sus casas con los souvenirs más singulares.
Este costumbrismo es el que Leal traslada al nuevo restaurante. Desde el laboratorio botánico hasta el gabinete de curiosidades. En Torcuato hay una tendencia fitológica imperante, que va de las enormes acuarelas creadas ad hoc para las paredes, hasta la variedad de especies vegetales vistas en estanterías y recipientes. También hay una sala oscura de luces tenues, que rebosa misterio en su exposición de objetos extraños especialmente seleccionados. Y, adyacente a estas estancias, otra de reminiscencias de principios del siglo XX destinada a la coctelería. En suma, un viaje a pasadas eras.
Torcuato actualiza la historia a través de diseño
Pero Torcuato también camina hacia el futuro parando, evidentemente, en nuestro presente. En un salto mortal, Leal conjuga los tiempos con destreza admirable. El mobiliario de rabioso cromatismo con intensos amarillos y rosas rompe el marco albino. La iluminación, de estética ultramoderna, emplea neones color flúor, cuya luz rebota en los espejos con formas nada convencionales. Merece especial mención el guiño a la Tulip Chair de Eero Saarinen, icono del diseño futurista y un contraste idóneo para descontextualizar este cocktail de referencias.
Jugar con el ambiente —respetando a la vez la historia del edificio— es un ejercicio de criterio astuto. En suma, Pepe Leal no hace algo tan distinto a lo que ya existía, sino que continúa el eclecticismo en un deleite para los esteticistas; perfecto para el hedonismo de nuestros ojos, y, ya de paso, de nuestros paladares.
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Pepe Leal es un diseñador de interiores cuyo sello e insignia es el de idear espacios capaces de hablar con habilidad de materiales, texturas y volúmenes. Con una fuerte influencia del arte —de hecho, es licenciado en Historia del Arte— su obra se caracteriza por su vivacidad y maestría a la hora de transmitir todo tipo de sensaciones.
