¿Qué se siente al observar la Tierra a través del casco de un astronauta? Resulta inquietante imaginar algo lejano a lo terrestre. Una transmisión radiofónica fuera de nuestra galaxia, la inestabilidad de un cuerpo flotando en la inmensidad, el silencio sepulcral del vacío. Tras años de trabajo, Benedict Redgrove nos brinda la oportunidad de desvelarnos los misterios de la NASA con fotografías de sus objetos más emblemáticos. Aquellos que nos llevaron más allá de las estrellas.
NASA, un nuevo porvenir estético
En el incansable movimiento rotatorio de nuestro planeta se asienta la necesidad humana de hallar nuevos misterios. 1969 fue una fecha clave para dar comienzo a una carrera llena de metas, pero sin ningún final marcado. La llegada del hombre a la Luna supuso una victoria conjunta, un triunfo sobre lo desconocido. Tras esta hazaña, el ser humano no solo buscaría los tesoros escondidos en su propio suelo, sino que se adentraría en otras dimensiones extrañas y hasta entonces imposibles.
Los años previos a esta operación por parte de la NASA significaron un antes y un después para el diseño. La conocida Space Age vaticinaba un próspero porvenir, donde la energía atómica y los viajes espaciales serían parte indiscutible de la sociedad del mañana. Todo era posible, el avance no tenía ningún freno y la creatividad crecía a la velocidad de la luz. Nuevos instrumentos surgieron y nuevas formas prosperaron para modificar la morfología de los útiles diarios. Las lámparas se convertían en satélites en las Topan Lamps de Verner Panton o emulaban fenómenos astronómicos, como la luminaria Eclisse de Vico Magistretti sobre la que Luis Eslava habló para ROOM. Las sillas tornaban su esqueleto en pos de la ingravidez—visible en el mobiliario de Fabio Lenci—y el interiorismo de 2001: A Space Odyssey se transformó en la realidad más cercana a la probabilidad futura.
El Proyecto fotográfico de Benedict Redgrove
Sin embargo, el estilo futurista de la NASA tenía unos matices más robustos, un ápice realista dentro de toda esa esfera ficcional. El fotógrafo británico Benedict Redgrove, con la intención de conmemorar el 50 aniversario del aterrizaje lunar, se adentró en los entresijos de esta administración y retrató de un modo singular las zonas restringidas y los artefactos que nos pusieron en órbita. «Quería explorar la reacción que tenemos ante estas máquinas y objetos cuando los vemos en detalle y lo que significan para nosotros como seres humanos «. NASA- Past and present dreams of the future es una biblia fotográfica que da testimonio del progreso de la humanidad en su conquista del universo.
Nueve años de trabajo en la NASA se condensan en más de 300 páginas donde se muestran imágenes a color con una técnica depurada y minimalista. Los elementos que protagonizan las escenas se narran a sí mismos con un fondo blanco nuclear, un reflejo de que algo puede existir en mitad de la nada. En esta recopilación, se atesora la levedad con la que los cuerpos se sostienen, ya sean los trajes de la unidad de movilidad extravehicular, el jet pack, el robot Valkyrie R5 o los increíbles motores del Saturno V. Los espacios confidenciales como el Módulo Destiny o el interior del edificio VAB transmiten esa sensación industrial ligada al cableado extenso y al metal pesado. Hay detallismo, magnitud y una pasión oculta en cada fotograma.
El utilitarismo de los objetos del espacio
La naturaleza utilitaria de los objetos bajo la mirada de Redgrove plasma las proezas de la ingeniería y recalca una estética veraz y precisa. La forma sigue a la función, no hay un intento por recrear siluetas desconcertantes, sino una ilusión por el descubrimiento científico. «Los seres humanos son capaces de grandes logros y, si se les da rienda suelta para permitir que su mente resuelva problemas, tienen maneras de hacer que eso suceda de un modo increíblemente eficiente y eficaz», afirma el fotógrafo. Todas estas piezas y lugares de la NASA nos cuentan una historia basada en la perseverancia y en el sueño eterno de la humanidad, esa inquietud de saber qué hay más allá del cielo. El hombre espacial es un héroe para el hombre terrestre, pero para el cosmos ambos son la misma cosa: materia, posibilidad y un auténtico enigma.