La nueva casa del Oklahoma Contemporary Arts Center, diseñada por el estudio local Rand Elliott Architects pudo por fin abrir sus puertas al público tras una inauguración —originalmente prevista para marzo de 2020— aplazada hasta el final del verano a causa de la covid-19.
Se completa así el traslado de esta institución —originalmente denominada City Arts Center—, que desde su fundación en 1989 por Christian Keesee y Marilyn Myers ha tenido como misión “mantener el arte accesible con exposiciones gratuitas y programas públicos, el compromiso con las comunidades desatendidas y las becas para jóvenes”.
Del nuevo edificio —apodado Folding Light por sus creadores— destaca su fachada metálica compuesta por miles de aletas de aluminio, que recorren la altura de sus cuatro plantas. Estas piezas —con un acabado brillante que atenúa los reflejos en su superficie evitando una imagen puramente especular— se tiñen con la luz cambiante del cielo según las horas del día y los cambios meteorológicos. Este efecto se acentúa gracias a su colocación en nueve variaciones angulares diferentes, resultando en una arquitectura que, en palabras del propio Rand Elliott, «abraza la luz, atrapa la luz, y esa es la intención: que el edificio se convierta en parte de la atmósfera y del lugar».
«El Oklahoma Contemporary Arts Center abraza la luz, atrapa la luz, y esa es la intención: que el edificio se convierta en parte de la atmósfera y del lugar». Rand Elliott
La nueva construcción cuenta con más de 700 m2 de espacios expositivos, un teatro flexible para 200 personas, un estudio de danza, áreas para la docencia de diferentes disciplinas artísticas, una gran terraza exterior, cafetería, tienda… Y con la renovación de unos almacenes históricos contiguos —en los que se imparten talleres de cerámica, de textiles y de escultura— y la integración de tres manzanas de parque artístico —que acogen exhibiciones al aire libre, performances públicas y programas educativos—, el Oklahoma Contemporary Arts Center opta a convertirse en el núcleo cultural más importante de la ciudad.
En un intencionado guiño entre continente y contenido, la muestra inaugural del museo explora las vías en las que los artistas usan la luz para crear espacio geográfica y conceptualmente. Bright Golden Haze –título que hace referencia directa al icónico musical OKLAHOMA! de Rodgers y Hammerstein– reúne obras, tanto recientes como site-specific, de reconocidos creadores contemporáneos que trabajan con la luz como medio y/o material. Una agrupación temática en la que destacan nombres tan importantes como el del danés Olafur Eliasson o los de los californianos James Turrell y Robert Irwin.
Quizás sin pretenderlo, esta exposición resulta especialmente relevante en el momento en el que nos encontramos. En muchos de estos trabajos, la experiencia in situ se vuelve imprescindible justo cuando la epidemia vivida en este 2020 ha acelerado hasta límites insospechados los procesos de digitalización y telepresencia, también en la relación entre el arte y su público. Cuestión que no es ni mucho menos nueva; ya en 1936 Walter Benjamin apuntaba en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica que “hasta a la más perfecta reproducción le falta algo: el aquí y el ahora de la obra de arte, su existencia siempre irrepetible en el lugar mismo en que se encuentra”. Hoy, a pesar de la infinita evolución de los medios desde aquellas palabras, a veces no es que le falte algo: le falta todo.
Visita la web de Rand Elliott Architects