Esfera, calibre, platina de tres cuartos, manecillas, escape de áncora… Hay un glosario específico que forma parte del fascinante universo de la relojería. Un oficio que se perfecciona cada vez más para crear objetos de deseo que siempre han tenido una connotación cultural, social y emocional ligada a los distintos momentos de nuestras vidas.
Nomos Glashütte. El origen del tiempo
NOMOS Glashütte es una prestigiosa firma alemana de relojes de alta gama, que desde su nacimiento en 1990 ha ido posicionándose a nivel mundial en un constante e inteligente diálogo entre artesanía, manufactura e ingeniería. Desde ROOM Diseño hemos tenido la oportunidad de conocer de cerca su sistema de producción visitando sus sedes, en donde expertos horólogos y departamentos artísticos modelan, paso a paso, estas máquinas de perfección.

Entre verdes colinas, en los llamados Montes Metálicos, se sitúa la pequeña ciudad de Glashütte, cuna de la relojería mecánica de precisión en Alemania con más de 175 años: un entorno a dos horas de Berlín, ideal para la concentración, el silencio y el ensimismamiento que puede requerir este oficio, y en donde conviven once empresas del sector. Mientras que en este emplazamiento tiene lugar todo el proceso industrial de NOMOS, en el bullicioso barrio berlinés de Kreuzberg nacen la creatividad formal, la inspiración ligada al diseño —trazo, colores, tipografía…—, y la mirada visionaria del alcance tecnológico.



En las localizaciones de Glashütte pudimos comprobar cómo, en un entorno natural, se desarrolla ese delicado y minucioso proceso de configurar una pieza de precisión en la que todo está controlado al milímetro y nada puede fallar. Equipos especialmente formados, con una paciencia forjada por la misma motivación, ejercitan la concentración necesaria para el arte de la ejecución manual. Complementando la labor humana, máquinas de última generación suministran las piezas y los materiales. Una conjunción que solo puede dar resultados de calidad.

Parte de la historia del diseño
NOMOS es miembro del Deutscher Werkbund, y como tal su ideario está claramente influenciado por este movimiento precursor de la Bauhaus, que preconizaba crear productos atractivos estéticamente, pero también funcionales, realizados con las técnicas de producción más adecuadas, bien diseñados y accesibles. Por ello, antes, para entrar en contexto, nos acercamos a Hellerau, al norte de Dresde: la primera ciudad-jardín de Alemania y uno de los experimentos urbanísticos más innovadores de comienzos del siglo XX.

El proyecto, promovido por Karl Schmidt, fabricante de muebles y cofundador del Werkbund, buscaba integrar vivienda, trabajo, cultura y educación bajo una misma idea de reforma social, como respuesta al hacinamiento y a las duras condiciones de las ciudades industrializadas. El diseño urbano se caracterizó por barrios bien definidos, calles amplias y sinuosas y abundantes espacios verdes.

Vinculada estrechamente a los ideales del Deutscher Werkbund, Hellerau apostó por una modernización progresiva: viviendas bien diseñadas, producción industrial de calidad y una comunidad organizada en contacto con la naturaleza. Esta propuesta no se concibió como una colonia obrera tradicional, sino como una comunidad integrada donde convivían trabajadores, empresarios y familias en un entorno casi rural. Actualmente, Hellerau —un espacio ideal para vivir y trabajar y un paseo especialmente agradable para quienes la visitan— conserva un aire apacible e idílico, y lo que fue una especie de laboratorio práctico está hoy protegido como monumento urbano de gran valor histórico. Como precursor de la Bauhaus, compartía la convicción de que la arquitectura y el diseño no eran solo una cuestión estética, sino instrumentos capaces de modelar nuevas formas de vida acordes con la modernidad.

Cien años separan a Hellerau de NOMOS Glashütte, pero una delgada línea los une a nivel conceptual y cultural, especialmente si se entiende Hellerau como antecedente del diseño moderno alemán, en tanto experimento ligado a los ideales del Deutscher Werkbund: entre otros, apostar por la claridad formal, la proporción y la durabilidad, así como evitar el ornamento innecesario, valores que buscaban elevar la vida cotidiana a través del diseño.

Fundada en 1990 en la localidad sajona de Glashütte, NOMOS Glashütte retoma ese mismo espíritu en el ámbito de la relojería contemporánea. Sus relojes se caracterizan por un diseño minimalista, racional y preciso, claramente influido por la tradición moderna alemana y por la Bauhaus. La ausencia de ornamento superfluo, la legibilidad, la honestidad constructiva y la atención al detalle técnico remiten a la misma ética del diseño que animó a la Werkbund y que Hellerau puso en práctica a escala urbana.
Artesanía minimalista
A lo largo de sus 35 años de historia, NOMOS ha construido una identidad reconocible: esferas sobrias, agujas delgadas y biseles estrechos. Los ángulos de la caja, la silueta de los números y los datos que aportan confluyen en una elegancia icónica y atemporal, basada en la delgadez como marca de la casa. Y aunque las nuevas colecciones puedan incorporar novedades cromáticas o de tamaño, la alargada y feliz sombra de su modelo Tangente —su primera propuesta y gran éxito— permea las decisiones futuras de la compañía y guía el rumbo de los equipos técnicos y creativos en cuanto a concepto exterior y estructura interior.


Si un primer objetivo ha sido siempre la sencillez y la funcionalidad, a nivel mecánico, NOMOS ha dado pasos de gigante. Un factor decisivo es lo que en cronometría se llama escape, es decir, lo que establece la precisión del movimiento. Y NOMOS la borda. Siete años de investigación y desarrollo han dado como resultado el diseño de un escape propio, el corazón del reloj mecánico. Solo pocos fabricantes en todo el mundo son capaces de hacerlo.

NOMOS pertenece a ese singular club que cuenta con la denominación protegida “Hecho en Glashütte”; una garantía de origen y saber hacer, respaldada por la ley alemana y con la misma lógica que las denominaciones de origen en gastronomía o artesanía. Esto asegura al consumidor que el producto no es un simple ensamblaje de componentes suizos o extranjeros, sino que proviene de la sólida tradición de Glashütte. Los calibres NOMOS se fabrican prácticamente en su totalidad in situ.
Hablamos de colecciones permanentes y ediciones limitadas que apuestan por unir herencia y modernidad y que nos invitan al placer de un objeto singular: ese que tiene la virtud, sutil y elocuente, de hablar de quiénes somos desde la discreción de nuestra muñeca.






