Nika Zupanc. El universo de una mujer diseñadora

El nuevo diseño femenino de Nika Zupanc

Sus delicadas propuestas, de un trazo estilizado y elegante, son reflejo de su mundo personal que, por qué no decirlo, nos podrían llevar a pensar “esto lo ha hecho una chica”. Ella misma ha reconocido que busca explorar los símbolos de la mujer para distanciarse de un diseño que considera “demasiado masculino y algo opresivo”. Ya en 2011 declaró a la revista Icon: “El diseño contemporáneo sigue siendo en gran medida un club de chicos. Estoy desafiando eso”. Sus armas: cintas, lazos, moños, volantes, muñecos, flores, festones, colores rosas, celestes, dorados… Motivos y objetos tradicionalmente asociados a la mujer que en otro contexto podrían parecer cursis, pero que, convertidos en artillería, trascienden los estereotipos y se convierten en una reivindicación inteligente. Una elección del “yo soy mujer, ¿y qué?”, que tiene mucho de activismo.

Una mujer diseñadora de origen punk

Su actitud no es inocente y el relato que hay detrás de sus creaciones, tampoco. A pesar de esa pátina pulcra y modosa que respiran sus muebles y sus atmósferas efímeras, el espíritu punk del que algunos han hablado fue el germen de su carrera. Tras graduarse el año 2000 en la Academia de Bellas Artes y Diseño de Ljubljana, capital de Eslovenia, comenzó con una colección, realizada en acrílico, que incluía una moderna cuna para bebés, curiosos muñecos con un Sagrado Corazón, y una versión Voodoo Doll, con agujas clavadas en el pecho. Entonces su marca se llamaba airadamente Ordinary Life, disturbed.

Más adelante, bajo la marca La Femme et la Maison (2007), ya despuntó con un humor mordaz al plantear como accesorio de lujo un plumero de mango sensual, digno de refinadas amas de casa con perversas fantasías y muy seguras de gobernar su domicilio. En esa línea provocadora siguieron la silla Maid, con forma de delantal estilizado, cintura de avispa y pespunte de encaje como un corsé; y el sofá Modesty, que, según ella misma, “en realidad es un asiento no muy cómodo porque el diseño no está solo para instalarnos en la zona de confort, sino para movernos por otros caminos”.

Pronto comenzó a destacar en plataformas internacionales como 100% Design y Designersblock en Londres, hasta que llegó a dos espacios que han sido puntos de partida para su consolidación profesional: el Salón del Mueble de Milán con la lámpara Black Cherry (¿otra invitación al placer y la seducción?) y la galería de Rossana Orlandi, con Selfdiscipline (2011) y Summertime (2012), para la que continúa realizando colecciones de edición limitada. Pero sería Moooi con quien daría el gran salto de la mano de su director, Marcel Wanders, a quien ella admira “por mover los límites de las cosas que nos rodean”. La firma produjo Lolita Lamp, una de sus creaciones más reconocidas internacionalmente; y más tarde 5 O’Clock Table y 5 O’Clock Chair, ambas con reminiscencias delicadas de la porcelana inglesa.

Al margen de su discurso batallador, sus productos, interiorismos e instalaciones van más allá de lo utilitario: evocan cierta ensoñación poética y buscan continuamente expresiones novedosas que transgreden lo que se espera de las cosas y del sentido común práctico. En función de esta idea, Nika recurre a los clichés para desmitificarlos, darles la vuelta y, en sus propias palabras, “sacarlos del gueto”.

Discurso techno chic

Hoy colabora con Sé, Moroso o Nodus desarrollando piezas que ella define como interpretaciones de la cultura moderna adaptadas a la tecnología y los nuevos materiales. Por algo la revista Business Week habla de su trabajo como techno chic. “Me gusta combinar referencias estilísticas y utilizar materiales muy bellos de una manera sencilla”, cuenta a ROOM desde su estudio en Eslovenia. “Me dejo fascinar por cualquier material. Por eso me desafío a mí misma investigándolos continuamente con diferentes tecnologías. Mi trabajo es como hacer un rompecabezas sin tener la imagen final. El objetivo en conectar parámetros muy diferentes, desde la innovación en los procesos hasta la narración en un objeto”.

Entre su más reciente mobiliario se encuentra la nueva colección para Scarlet Splendour. Su sofisticada estética se plasma en esta línea que llamó 88 Secrets y que está inspirada en las 88 constelaciones en que se divide el cielo nocturno. La serie incluye un gabinete, un bar, una alfombra, dos mesas y una silla. Todo ello en una paleta de tonos pastel con detalles metálicos con los que seducir a una quinceañera, a una rica cincuentona de Miami o a almas de espíritus sutiles.

En ese salto de la pieza única a la producción en serie, le preguntamos donde se encuentra más cómoda: si en los proyectos personales o en la dinámica de las grandes marcas. Nika Zupanc nos responde que siendo su propio cliente la perspectiva es más abierta, más simple, y puede hacer lo que quiere. Pero a lo largo de la entrevista nos confiesa su verdadera inclinación. “Me atraen los desafíos de las restricciones, las instrucciones, las pautas financieras, las indicaciones materiales. Me hacen más creativa”.

Es también en el campo de las instalaciones donde Zupanc sigue llamando la atención: un ámbito en el que juega con la escenografía artística, cierto lenguaje teatral, sugerentes atmósferas cargadas de magia y esa mirada femenina que “comunica las cosas que no se pueden contar” y que hacen de sus propuestas algo más que gestos decorativos. Como ejemplo, la instalación gigante A room of one‘s own (2013), incluida en la exhibición Esprit Dior: Miss Dior, en la Galerie Courbe-Grand Palais de París, donde se homenajeó el perfume de la firma francesa. Aquí apeló a sus códigos creativos planteando una estructura de madera enrejada, que hacía referencia al texto de Virginia Woolf. En él se alude a un espacio personal y privado donde soñar, pensar y escribir.

Nika Zupanc reafirmó esa idea de emancipación de la mujer diseñadora con un espacio-santuario que sólo necesita una mesa, una silla, una lámpara (y un perfume, por supuesto) para la creación. Para eso integró los motivos de Miss Dior como el lazo, el color rosa pálido, el patrón de celosía o las cortinas traslúcidas y dio protagonismo a piezas de su trayectoria: la lámpara Lolita y la silla Miss Dior, que luego produjo en serie la firma Qeeboo con el nombre de Ribbon en plástico moldeado por inyección.

Como interiorista, mujer diseñadora o como creadora de producto, reivindica los elementos femeninos que ella usa de manera masculina. Aunque más allá de estas claves y estas referencias, Nika Zupanc reconoce que no tiene un lenguaje formal específico. “Prefiero decir que me gusta subvertir elegantemente iconos de todo tipo ya sea en la forma, la historia o la función icónica”, concluye. “Entreno mi cerebro para que trabaje como un filtro visual que recolecta referencias de la cultura y de la realidad de todos los días”.

Un eclecticismo medido con precisión al que suma esa búsqueda intencional de elementos visuales arquetípicos. Esta mujer diseñadora lo tiene claro, “creo que mi trabajo es muy racional, mínimo y funcional y está enfocado, sin duda, a articular los temas que todavía no fueron abordados. En este sentido, me interesa la ergonomía emocional de los objetos de gran consumo como una condición necesaria, y nunca sólo como un ornamento o una decoración”. Tal vez por eso Nika Zupanc considera que el diseño puede ser una herramienta poderosa para difundir un mensaje o simplemente para formular preguntas y hacernos dudar. Y en esto podemos conectarla con Oscar Wilde cuando hablaba de la belleza sutil de la duda: “Creer es muy monótono; la duda es apasionante”.

Mira el vídeo de la entrevista a
Nika Zupanc
realizada por Paula Rebuelta