Recorrer el trabajo del estudio de arquitectura londinense Studio Morison nos sitúa inmediatamente ante un concepto creativo genuinamente provocador. «Estamos viviendo un periodo de enorme cambio y que es indispensable que tomemos control de las fuerzas de cambio para poder modelar con ellas el futuro que queremos». Este es el planteamiento que subyace a la actividad de este dúo, creado por Heather Peak e Ivan Morison en 2003 y que conciben su trabajo como una exploración sobre qué significa ser artista en siglo XXI.
Sus obras aparecen como síntesis entre lo bello y lo inquietante, lo ancestral y lo utópico o distópico, lo extraño y lo familiar, la obra de la naturaleza y la manufactura humana, incitando a sensaciones y reflexiones que no pueden constreñirse a un único plano o una sola interpretación. De alguna forma, son una forma de mirar de frente al desafío de lo inestable y acogerse en él.
Madre…, el título de una de sus últimas obras, subraya aún más la intención de invocar -tal como es reivindicado por el pensador Georges Didi-Huberman- lo que existe sin definiciones únicas y ni anacronismos. Eso que se alberga en el lado material de esta fascinante pieza: híbrido entre escultura y arquitectura orgánica. Su materialidad y el término “madre” aluden en primer lugar a lo primigenio, a lo originario, a lo más puramente orgánico. Pero ese deliberado añadido de unos puntos suspensivos abre a otras posibilidades, donde se integran otras dimensiones conceptuales y temporales. Didi-Huberman plantea cómo los anacronismos están formados por «un extraordinario montaje de tiempos heterogéneos», y que su formación es sobre todo de naturaleza poética ya que «depende de una organización impura, de un montaje -no científico- del saber».
Naturaleza. Tierra. Patria. Arquitectura orgánica
El propósito del proyecto era investigar de qué manera es posible lograr que la naturaleza contribuya a mejor la salud mental de las personas. Tomando como referencia los almiares –montones de heno- que antaño caracterizaron el paisaje rural de esta zona del sur de Inglaterra, han construido una escultura de gran tamaño a la manera de una gran cabaña-santuario que invita a penetrar en su interior para hallar en él un momento de retiro y soledad. «Ofrece un espacio para recapacitar sobre los pensamientos que nos causan preocupación y también para relajar la mente contemplando el paisaje natural que lo rodea», explica Ivan Morison.
Construida con madera procedente de un bosque del norte de Gales, la forma y proporciones de la estructura están basadas en la forma circular tradicional del almiar, con una techumbre de paja, realizada por un artesano local, que se remata en forma cónica, abriéndose en su parte más alta a un pequeño lucernario. Este componente arraigada en lo arcaico, obra humana producida con materia de la naturaleza, lleva a hacer que la palabra “tierra” sea una de las posibilidades con las que sustituir a esos puntos suspensivos del nombre de la obra. «Madre Tierra nos conecta a la idea del mundo natural y sus cualidades protectoras, pero también a nuestras propias responsabilidades y conexiones íntimas con ella.» «Patria» es otra posibilidad, ya que el sentido de “madre patria” «nos conecta al lugar donde pertenecemos, dentro del paisaje, de la comunidad, de un país. Son ideas importantes y poderosas mediantes las que definimos nuestras identidades», plantean.
Del viaje cósmico a la rebeldía
Otras dos posibilidades propuestas para interpretar la palabra Madre… son las que sitúan a esta estructura aún más fuertemente en esa «colisión de tiempos heterogéneos», haciéndonos trascender hacia interpretaciones más críticas, tensas y, consecuentemente, más incitadoras a la reflexión y toma de acciones, lejos de la complacencia y la mera indulgencia estética en la belleza: <<Nave madre hace verla como un medio de transporte que nos conduce en un viaje imaginario: o bien alrededor del sistema solar – conectando el pasado con un futuro imaginado-, o bien por nuestras propias mentes en un trayecto regenerador que nos desplazara de la alteración a la serenidad.» «Y, finalmente, Madre es una referencia al título de una canción de Idles, que habla de la frustración y angustia que nos causa el mundo moderno, y su impacto sobre nuestra vida individual y familiar.»