A menudo resulta cotidiano toparse con increíbles performances donde la luz es la gran protagonista. Parece necesaria la presencia del fulgor para explotar los espacios, como si pudiese sacar de ellos algún rasgo que usualmente se esconde. Moritz Waldemeyer convierte lo banal en espectáculo a través de su arte tecnológico. La interdisciplinariedad es su sello y los mundos de la moda, el arte y el diseño sus terrenos conquistados, los lugares que ilumina con vanguardia y luces led
Moritz Waldemeyer, un destino de luz
Nacer en una familia de artistas puede condicionar el futuro. A pesar de la certeza, Moritz Waldemeyer se formó como ingeniero en el King’s College de Londres desde una perspectiva absolutamente metódica. No fue hasta años más tarde, en 2004, cuando fundó su propio estudio en esa misma ciudad y se adentró en el mundo de la creación y del arte tecnológico.
Desde entonces acumula 20 años de carrera en los que ha colaborado con nombres de la talla de Zaha Hadid o Ingo Mauren, marcas famosas como Microsoft o Audi e incluso artistas musicales, entre los que destacan U2 y Rihanna. Su filosofía se basa en la visión de no poner límites, de experimentar lúdicamente para forjar unos vínculos entre diseño, moda y arte. Su tríada perfecta.
Arte tecnológico en tres estados
“Uso mucha electrónica en mi trabajo para demostrar que puede combinarse a la perfección con el diseño, pero siempre busco darle ese sentimiento humano a cada uno de mis proyectos”. Desde la investigación, Moritz Waldemeyer plasma unas realidades lumínicas que anuncian un futuro próximo. En su campo de actuación, la tecnología se alza como la herramienta transformadora de instalaciones, prendas, atrezos y mobiliario. A diferencia de otros artistas tecnológicos, como el colectivo Random International o Martin Messier, la mirada de Waldemeyer no plantea un diálogo que enfrente al hombre y a la máquina, sino que ambas entidades se perciben como un simbionte. Unidades que cohabitan y se complementan.
Arte tecnológico para lucir el led
Su incursión en el universo de la moda está respaldada por unas creaciones minuciosas con una dimensión futurista.En todas ellas establece un despliegue de ledes incrustados en estructuras geométricas, como sucede en Audi Costumes o, más concretamente, en el sombrero autómata portado por el cantante del grupo Jamiroquai en su canción Automaton. El planteamiento poliédrico y su funcionamiento robótico convierte al accesorio en un casco luminoso para modernizar las ideas. El mismo patrón se repite en Virtual Reality junto al sombrerero Philip Treacy. Quién iba a imaginar que un desfile en el Royal Courts of Justice de Londres metamorfosearía en un alarde de tocados llenos de luz, movimiento e ingravidez como para ser considerados la joya de la corona en cualquier carrera de Ascot.
Escenarios paramétricos
Configurar escenarios irreales y llamativos es una tarea que requiere un detalle sublime, una percepción privilegiada. Cada espacio intervenido por Moritz Waldemeyer posee el componente de diseño en su manera de enfrascar el resplandor. No son lámparas al uso, sino una manifestación sideral de cómo podría ser nuestro mundo si se instaura la vanguardia en la rutina. Su técnica está a la misma altura que las figuras orgánicas y poligonales en 3D que penden sobre los objetos o inundan las salas. Lo vemos en Facet, una construcción de vidrio hexagonal con forma de diamante; también en Bella Figura, esa instalación lumínica a modo de rizoma perfectamente delimitado que traza un camino tenuemente radiante. Aunque es en Blue Typhoon donde la faceta escultórica paramétrica se torna más palpable y dramática.
Diseño de vanguardia
En cada luminaria que esboza se condensa una enorme fuerza creativa; con este factor es sencillo acudir al riesgo e imaginar infinitas respuestas. Mnky Hse nos habla de la destrucción in situ, de la rabia contenida en un instante y cómo esta puede hacer saltar en pedazos una chandelier de cristal de Murano, como un guiño a la famosa Porca Miseria! de Ingo Maurer. Precisamente para este diseñador esbozó My new flame, una pieza que exalta la mimesis de la vida hasta el punto ficcional. A través de pantallas led, el aleatorio latido de una vela se balancea fingiendo ser cierto. Un auténtico engaño a los sentidos.
Moritz Waldemeyer ha ideado una religión basada en la luz. Su creencia es la innovación y su credo una tecnología que le permite moldear la iluminación a su antojo. “Siempre hay nuevas cosas por hacer. Soy mucho más de mirar el momento y el futuro que de mirar hacia atrás, es más interesante pensar en lo que sigue en vez de contemplar lo que fue”. Menos mal que con su praxis siempre trazará un sendero incandescente. La era oscura ha llegado a su fin.