Trasladémonos a 2007, casi 12 años atrás, para hablar de un proyecto que nos parece especialmente interesante por todo lo que plantea: Monument of Sugar. Sus autores son la pareja de artistas Lonnie van Brummelen y Siebren de Haan, que desde 2002 desarrollan trabajos que investigan temas políticos y culturales a través de medios como la escultura, el collage o el vídeo.
Monument of Sugar, que como su propio nombre nos hace sospechar, está hecha al 100% de esta sacarosa. Como instalación es pulcra y minimalista, 304 bloques idénticos divididos en dos grupos. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de 2.000 € de edulcorante expuestos en un museo? Sus autores cuestionan varias cosas con esta pieza: desde las restricciones del comercio exterior, hasta los procesos de validación por los cuales un objeto o material cotidiano se convierte en una obra de arte.
Su origen nos da la primera pista, porque no se trata de un azúcar cualquiera elegido al azar. Estamos hablando de azúcar de remolacha —el tipo más común—producido en la Comunidad Europea. La mayor parte no se consume aquí, sino que se exporta a otros continentes. Lonnie y Siebren empezaron a estudiar sobre este tema y descubrieron que comprar azúcar europeo era mucho más caro en Europa que en los países importadores. Entonces, se propusieron subvertir este procedimiento y decidieron ir a Nigeria —el mayor importador— con la intención de comprarlo y volver a importarlo a Europa. Sin embargo, los aranceles encarecían el proceso. ¿Cómo superar dichos aranceles a la hora de importar productos de consumo alimenticio? Y ahí vino la solución: convirtiendo el material en sí en una obra artística para poder acogerse al código 9703 de la ley 24.633, que regula la importación y exportación de obras de arte y las libera de cargas fiscales.
Es decir: si ese azúcar se convierte en escultura, estará exenta de impuestos. Brillante. Esto no solo pone en cuestión las relaciones comerciales entre continentes y explora las zonas grises que legislan el comercio exterior, sino que también nos plantea qué es arte y qué no lo es. Y la conclusión es que más allá del canon que marca el mercado y las instituciones, para producir arte lo único que hace falta es ser un artista. Noventa años después de que Duchamp cogiera un urinario y lo convirtiera en fuente, y a su vez en obra de arte, este truco sigue funcionando. Así que hacemos un llamamiento a todas las personas con aspiraciones artísticas que hay ahí fuera: recuerden, no se preocupen por crear piezas artísticas, la clave está en convertirse en artistas. Pero ¿qué va antes? ¿El huevo o la gallina?
Toda la operación quedó documentada en un vídeo de 67 minutos en el que se investiga el comercio de azúcar, los campos de cultivo, las fábricas y las refinerías, así como el proceso y las dificultades a la hora de crear la propia pieza en sí. Monument of Sugar ha sido expuesto en la bienal de Shanghái de 2008, en el Palais de Tokio de París, en el centro de arte Argos de Bruselas y en el SMCS de Ámsterdam entre otros. Y cerramos con una última pregunta. Una vez que ese azúcar se ha convertido en obra de arte, ¿puede volver a ser azúcar normal? ¿Es el camino del arte un camino de sentido único?