Si la cultura británica es inseparable de la moqueta, la tradición islámica es inseparable de la alfombra. Este textil, en todas sus variedades y tamaños, forma parte del hogar musulmán, de su cotidianidad religiosa y también de su hagiografía literaria: Las Mil y una noches, sin ir más lejos. Pues bien, con estas referencias, el artista francés Miguel Chevalier ha concebido una hiperalfombra digital que proyectó sobre el suelo del Sacré Coeur, la antigua catedral de Casablanca. Alfombras mágicas 2014, así se llama el proyecto, pudo verse hace unos días en la ciudad marroquí: una inmensa superficie que cambiaba y modificaba su diseño según la interacción de quienes la pisaban.
El punto de partida de la pieza era la biología y sus posibilidades ópticas. Es decir, los píxeles entendidos como estructuras celulares que nacen, crecen, se reproducen y mutan. Una metáfora científica tras la que se esconde, según afirma el propio Chevalier, una revisión la tradición del bordado marroquí y del arte árabe del mosaico en su gusto por los trazos geométricos no antropomórficos. Para aportar dinamismo sónio a esta experiencia visual, Chevalier contó con el trabajo del músico Michel Redolfi que dio sentido rítmico a esta coreografía cromática densa y dinámica.
Si desde hace dos décadas el arte digital está propiciando la interacción del espectador en ordenadores, y más recientemente en tablets y pantallas táctiles de gran formato, artistas como Miguel Chevalier dan un paso más. A esta implicación tecnológica, Chevalier añade el “fuera de escala”, el gran tamaño. En el caso de Alfombras mágicas 2014, hablamos de una gran superficie diseñada para una interacción colectiva y global. En fin, un caleidoscopio cromático y sonoro sobredimensionado.