El canadiense por elección Matthew Biederman no puede ni quiere formar parte de una taxonomía del arte. Si su trabajo fuera catalogado, este abarcaría la pintura, el diseño, la performance, la radio, la tecnología y otra media docena de disciplinas.
Matthew Biederman. La lucha por la liberación de las ondas de radio
Pero Matthew Biederman no desea que se le restrinja, prefiere ver su obra como un crossover, una serie de hilos narrativos entrelazados. “Y así, el artista se convierte en inventor, pero no en el sentido convencional, sino como un faro que ilumina posibilidades, potencialidades, formas de entender y percibir el mundo”, nos dice.
Solo en los dos últimos años, Matthew Biederman ha expuesto en sitios tan dispares como Moscú, Braga, Gwangjú, Lubiana o el LEV de Gijón. Pero detrás de su faceta de creador reconocido, oculta un activismo justiciero al estilo de los discretos superhéroes clásicos. Su meta: la liberación de las frecuencias de radio, un concepto extraño para quienes no hayan ahondado en el denominado artscience. “Artscience es una interseccionalidad técnico-artística en la que ninguna de esas materias es más relevante que las demás”, explica Ana Moreno, investigadora de la Royal Academy of Fine Arts de La Haya.
Estos cruces son el territorio habitual de Matthew Biederman, y nunca ha estado solo en este camino, pues sigue los pasos de otros grandes gurús de la “interseccionalidad”, como Nicholas Negroponte, fundador del Media Lab del MIT, o Neri Oxman, arquitecta y médica, considerada la nueva Da Vinci.
Dice Matthew Biederman sobre su activismo: “Estamos inmersos en ondas de transmisión electromagnéticas, pero hoy este espectro está dominado principalmente por ejércitos y organizaciones gubernamentales”. Las instituciones reguladoras otorgan licencias millonarias a las corporaciones para que transmitan masivamente, pero estas licencias unidireccionales y leoninas están muy lejos del sueño utópico de conectarnos todos con todos. Y añade: “La única fisura en este control monolítico es la de los radioaficionados, obligados a examinarse para tener acceso a apenas a una fracción del único recurso inagotable de la Tierra”.
Artscience para un mundo más libre
Sus numerosos proyectos van desde Office of Spectral Ecology, instalación que desde hace más de una década desvela la realidad sobre la asignación de bandas de radio en Canadá; hasta la divulgación de From Semaphores to Satellites, biblia reconocida sobre los protocolos de propiedad del éter y su efecto contaminante; pasando por DAREDX (2008), performance que multi-transmitió durante días por una de las pocas frecuencias aún disponibles, desafiando este monopolio y promoviendo su liberación. En el 2009, Biederman fundó con otros activistas la Arctic Perspective Initiative, para acercar e informar a los pueblos más aislados de la región ártica a través de novedosas infraestructuras informáticas.
La intensa curiosidad y variedad de intereses de Matthew Biederman nos recuerda a Hedy Lamarr, la despampanante estrella del Hollywood de los 40. Mientras trabajaba de diva, esta judía austríaca —exiliada por el ascenso del nazismo—practicaba en secreto su pasatiempo: inventar. Una de sus muchas propuestas —con patente— consistió en un sistema capaz de dividir una señal de radio y repartirla entre diferentes bandas, de modo que se tornara imposible de interceptar. El “salto de frecuencia de espectro ensanchado” de Lamarr se considera hoy el estándar de las redes wifi y Bluetooth.
¿Qué son las ideas sino saltos del intelecto? La mente de Matthew Biederman no salta entre espectros de radio, sino entre disciplinas, y esa visión ensanchada es lo que lo hace difícil de clasificar, de descifrar. Lo que lo convierte en un acertijo, en un creador sin fronteras. En un multinstrumentista del pensamiento.