Bambús, geranios o eucaliptos fueron varias de las más de 2000 plantas que se incorporaron al escenario del último desfile otoño/invierno 2022 de la firma italiana Marni. La tenue iluminación y la música pausada, junto con el musgo y las piedras que cubrían suelo y paredes, parecían construir la atmósfera de un bosque encantado dentro de un edificio industrial a las afueras de Milán.
Un bosque encantado al norte de Milán
Las pasarelas, la publicidad online y offline, el street marketing o los puntos de venta físicos son algunos de los muchos ámbitos donde, a día de hoy, se puede dar rienda suelta a la creatividad y a enfatizar el valor de una marca. El director artístico de Marni, Francesco Risso, tiene muy aprendida esta teoría y no duda en llevarla a la práctica en cada ejercicio. En esta ocasión, el diseñador añadió su sello personal a todas las acciones de la compañía, pero la huella étnica y pop que caracteriza a la marca se mantuvo intacta.
La más reciente de estas aventuras fue desvelada hace escasas semanas, cuando decidió experimentar con el espacio de una nave industrial de los años 30 para dar a conocer la última colección de otoño-invierno. Con la ayuda del escenógrafo Mario Torre, reunió más de 2000 plantas dentro del edificio y creó un clima lúgubre, húmedo y musgoso simulando un bosque encantado.
Los personajes de cuento de Marni
Muchas veces se desconoce si la idea primera del desfile determina el esbozo de las prendas o si son las prendas las que dirigen la composición donde se presentan. En cualquiera de los casos, si Francesco Risso había planteado un entorno oscuro, con un suelo lleno de escalones irregulares, repleto de hierba y rodeado de plantas, los looks y estilismos que intervinieron en el show respondieron coherentemente y fueron en consonancia con la dirección de arte establecida.
Como el paisaje simulaba imitar una ciénaga de cuento, los modelos que paseaban por el camino trazado defendían cada uno un rol distinto.La princesa, el príncipe, el hechicero o el hada eran algunos de las decenas de personajes que salían a mostrar, orgullosos, el clan al que pertenecían.
Una pasarela particular en un edificio industrial
El lugar, similar al proyecto Sumsei Terrarium de NONE SPACE o a las instantáneas del francés Romain Vellón en su libro Green Urbex: The Worls Without Us, resultó ser, pese a la impactante imagen que creaba, poco ergonómico para el espectador. El trayecto empedrado y la abundante vegetación dejaban poco sitio al público —que permaneció de pie durante todo el evento— y muchos de los modelos vieron interrumpido su paso debido a la gran cantidad de personas que querían hacerse eco de la nueva propuesta de la empresa italiana.
Además, la iluminación empleada terminó siendo de lo más curiosa, pues un solo foco y varias linternas que portaban los propios protagonistas eran los únicos puntos de luz en la sala, lo que dificultó, ligeramente, apreciar los fantásticos conjuntos en su totalidad. ¿Vale la pena apostar por una historia como esta, a pesar de sus hándicaps a la hora de exponerla?
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En una nave de los años 30 ubicada al norte de Milán.
A un bosque encantado.
El italiano Francesco Risso.