En septiembre, la vida cobró su ritmo habitual y Milán se vistió de gala para enseñarnos —con algo más de un año de retraso— que la normalidad se está asentando permanentemente. Sus múltiples instalaciones, eventos y galerías han proyectado un horizonte de actividad sostenible non stop, abierta al diálogo y a la problemática actual. Aunque la sociedad se detuviese, el empeño por crear y seguir progresando nunca ha abandonado la mente de firmas y diseñadores.
Sofás de diseño italiano para olvidar la pandemia
Debido a la pandemia, hemos pasado meses encerrados en el hogar, de una estancia a otra en un continuo conflicto con el espacio doméstico. Solo la comodidad de un rincón mullido ha podido salvarnos de tanta incertidumbre; al final, muebles tan comunes como butacas y sofás han conseguido sostenernos cuando apenas podíamos hacerlo. Por eso, en esta edición del Supersalone milanés, las marcas han mostrado novedades que exhiben esta pasión agradecida por el universo sedente. Y la búsqueda de la armonía ha sido el leitmotiv detrás de cada objeto.
La vuelta de las grandes firmas italianas
En esta selección de asientos y sofás de diseño italiano, Front rescata su colección Design by Nature para Moroso, en la que todo se impregna de una apariencia orgánica y musgosa: la naturaleza como un elemento vivo en la sala de estar.
La versatilidad se instaura en el sofá Pianoalto de Palomba Serafini Associati para Zanotta; un rasgo compartido con el chaise longue de Mauro Lipparini, Peanut B, para Bonaldo. La característica modular de las dos piezas permite múltiples combinaciones que estimulan la imaginación en usos y funciones, sin perder la esencia de la horizontalidad. Esa esencia que Eugeni Quitllet sintetiza en la frase “el sofá es una maravillosa anestesia”.
Artesanía, lujo y diseño italiano
En los sillones individuales, se aprecia una experimentación con las formas para aportar una dimensión escultural dentro de la vivienda. Ejemplo de ello es Lido, un nido redondeado de GamFratesi para Minotti que rememora la estética de los años 50 desde la visión más brutalista.
Inspirado en dos décadas posteriores, el sillón Le Club de Jean-Marie Massaud para Poliform parece moldearse a sí mismo en cuero y derramarse armoniosamente a sus lados en un guiño elegante al Ghost de Cini Boeri. El equilibrio entre su estructura de acero y el asiento de poliuretano flexible es un ejemplo de cómo la artesanía más exquisita conecta con la industria.
Pero esa fijación por el volumen se recoge con más ahínco en Buddy de Pedrali, tan abultado y orondo. Pese al tiempo, el modelo Round D. 154. 5 de Gio Ponti disfruta de actualidad y reaparece con Molteni, porque los iconos siempre seguirán siendo iconos y su reproducción un hecho indiscutible. De hecho, el espacio que la firma tenía dentro de la Fiera fue, sin duda, el stand más sorprendente y comentado.
Al echar la vista atrás, comprobamos una unión inquebrantable entre el hombre y el asiento. A lo largo de la historia el ser humano ha tenido un extraño afán por diseñar modos distintos de sentarse. Quizás tras la era covid abramos un capítulo diferente, ya que, como nos dice Quitllet: “La silla es un termómetro para medir una época”.
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