Impresiona leer la necrológica que Justo Isasi escribiera para El País a la muerte de Fernando Higueras (1930-2008). En ella entrega la semblanza de un genio que, como un Rimbaud, provocador y arrogante, «irrumpió en el pequeño parnaso de los arquitectos madrileños de los sesenta, cargado de un enorme talento, de una vitalidad próxima a la furia y del correspondiente e intratable ego. […] Llegaba como el más joven, pero dispuesto a brillar más que ninguno.»
Su arrojo le llevó a concebir una arquitectura innovadora e inspiradora. Sus proyectos de vivienda concretaron «la medida entre un compromiso entre lo moderno y lo vernáculo», la posibilidad de inocular una auténtica y profunda sensibilidad y poética de lo humano dentro de la frigidez racionalista. Desplegó sus ambiciones estilísticas en edificios de mayor escala, manejando «hormigón, encofrados, la geometría de los pliegues y la exageración monumental». La contundencia de esa expresión suya era el reflejo de un espíritu desmesurado y difícil, que «creía en su profesión como los artistas malditos», «que se postulaba como un genio de la arquitectura y del desenfreno psicodélico de los setenta», dice Isasi. Entrar en contacto con la obra del artista César Manrique intensificó su vocación, ligada a la ideología de Frank Lloyd Wright, de crear arquitectura respetuosa con su medio que generase vínculos de armonía entre el hábitat humano y el entorno natural.
Isasi concluía su obituario hablando de la paulatina caída en el olvido de la arquitectura y el «personaje airado» de Higueras debida a la crisis económica y social que afectó a la arquitectura entre los 70 y comienzos de los 80; señalando que la figura de Higueras se mantuvo como un endulzado «recuerdo del tiempo en que su personaje era posible». De alguna manera, una vida que parecía haber sido otro episodio del combate entre lo apolíneo y lo dionisíaco y ese gradual olvido hubiera tenido que significar la victoria de la mesura y el orden sobre el exceso y el apasionamiento.
No obstante, lo dionisíaco no acata derrota alguna. Ese sea quizá el motivo por el que la figura de Higueras reafirma su valor y fuerza inspiradora para el presente y revela la complejidad de su dimensión creativa.
Aproximarse a esta complejidad es lo que permite la exposición Voces de Fernando Higueras, que podrá visitarse hasta el próximo 26 de noviembre en bulthaup Madrid Claudio Coello. En ella se destacan sus facetas como dibujante, acuarelista y músico, además de la de arquitecto. La muestra presenta dibujos y acuarelas originales y numerosas partituras de sus ensayos para guitarra clásica, además de transcripciones de su repertorio. La proyección de varias de sus conferencias permitirá profundizar en el conocimiento de sus interesantísimos y singulares obra y carácter.