Abandonada y a medio construir, la Caracola de Toyo Ito es el resultado de la combinación entre buena arquitectura y desidia administrativa. Una ruina contemporánea cerca de la nada que sirve de refugio a personas sin hogar o de atrezo a influencers curiosos. En pleno 2022, el fotógrafo Kyrre Sundal la ha capturado con su cámara para dar testimonio de esta particular crónica de una muerte anunciada.
Una triste huella de Toyo Ito en España
Los prolíficos años 2000 auguraban una continuación de la bonanza económica heredada del siglo anterior. Con la confianza de las administraciones en un “todo es posible”, Alicante se sumó a la fiebre del atractivo turismo. ¿Por qué no hacer que la ciudad costera de Torrevieja suba de categoría con una edificación que supla las demandas de los populares baños de lodo y, al mismo tiempo, esté realizada por un posible y futuro premio Pritzker? La ambiciosa propuesta de diseñar un spa en un complejo con forma de caracola se vio rota con la crisis financiera de 2008 y una mala gestión municipal. El resto de la historia es humo, madera quemada y una estructura de hormigón encallada en las proximidades de una cuneta.
Es posible que el proyecto pecase de ambición y desengaño, pero la visión vanguardista del japonés hubiese ofrecido el balneario más grande de España y una gran popularidad a la localidad de la Vega Baja del Segura. La verdadera problemática redunda en la pasividad ante el rescate de una construcción a medio hacer y sin presupuesto. Aplicar esa fórmula tan en boga de reduce, reuse, recycle en una mole que podría haber tenido un arrollador futuro siendo otra cosa distinta. Porque acostumbrados a la ligereza suspendida en el aire de obras como el Meiso No Mori Municipal Funeral Hall (2007) o en el aspecto cristalino de la Torre de los Vientos (1986), este Parque de Relajación de Toyo Ito presagiaba un cambio de paradigma con respecto a éxitos anteriores de su carrera, como la Sendai Mediatheque (2000).
La caracola: un fósil ennegrecido
Alejarse del exterior para mirar hacia dentro. Esa podría haber sido la fórmula de un complejo de tres edificios bordeados por dunas artificiales de ocho y diez metros de altura. La majestuosidad helicoidal del pabellón de madera, que a duras penas sobrevive a la intemperie, se mostraba con la percepción sólida y contundente que representa la otra cara arquitectónica del nipón, apreciable en ejemplos como el Za Koenji Public Theatre (2008) o el Hotel Porta Fira (2010) de Barcelona.
La Caracola no buscaba ser una medusa gigante, sino una ballena de infinitas costillas ancladas a la tierra. Con su ejecución se habría desbaratado el famoso lema de “mi arquitectura es un puente entre la naturaleza y la gente” para ahondar en una edificación que rompía con el entorno y hacía sentir al visitante en un lugar ajeno, etéreo, lejano a los chalés espontáneos ubicados frente al páramo.
Esta pieza de Ito terminó siendo solo un accidente que, además de sufrir el olvido, también se vio envuelto en llamas allá por 2012. Las recientes imágenes de Kyrre Sundal dan un triste testimonio de este escenario posapocalíptico, refugio de personas sin hogar o fondo para sesiones fotográficas underground. Jamás se sabrá cómo de prósperos habrían sido estos desastres costumbristas en medio del paisaje. Al fin y al cabo, son el resultado de una lucha inerte contra la desgana institucional y un sistema económico que se quiebra a cada rato.
La única esperanza para ellos se cierne en el impulso humano por conquistar la decadencia como un reducto de nostalgia. Darles una sepultura digna entre el pasto y recordar, en su esquela despintada, los atisbos de un mensaje iluso: “Inauguración, próximamente”.
En este enlace puedes ver un reportaje sobre la arquitectura de Toyo Ito.
Ganador de un premio Pritzker, Toyo Ito es un arquitecto japonés perteneciente a la generación de arquitectos clasificados dentro de la nueva ola japonesa, como Ando Tadao, Arata Isozaki o Kisho Kurokawa. Cursó sus estudios de arquitectura en la Universidad de Tokio, donde se graduó en 1965.
En el Parque de Relajación de Torrevieja, C. Rafael González, Torrevieja, Alicante.