Hace unos meses Alex de Rijke, fundador del estudio de arquitectura dRMM, defendía con convicción que el tulipwood americano, una de las maderas más abundantes en Estados Unidos, se acabará convirtiendo en el hormigón del siglo XXI. Esta afirmación, que más que eso es una declaración de principios, quedaba dicha en el London Design Festival, donde de Rijke presentó su proyecto Endless Stairs: unas oníricas escaleras de madera levantadas ante la Tate Modern, y que contaron con el respalda por la American Hardwood Export Council. Y la verdad es que el tulipwood tiene un gran potencial como componente arquitectónico. Sin entrar en apreciaciones subjetivas como belleza o calidez, esta madera ofrece una gran durabilidad, un alto grado de flexibilidad constructiva y un nivel excelente de sostenibilidad gracias a su rapidísima regeneración.
También con el apoyo de la American Hardwood Export Council, el nogal y el tulipwood se han convertido en los protagonistas del Kunstcluster: el nuevo teatro y centro de artes de la ciudad holandesa de Nieuwegein. El edificio, que nace con voluntad icónica, está firmado por estudio “de Architekten Cie” y lo constituyen dos grandes bloques: uno, con el teatro-auditorio, un estudio y un centro de las artes; y el otro, con un aparcamiento de varios niveles en cuya planta baja hay un centro comercial. Como rasgos definitorios, en primer lugar hay que llamar la atención sobre su exterior. Para promover una climatización contenida, se ha diseñado una fachada de cristal impreso que reduce el impacto solar y, por tanto, el exceso de calentamiento en los días soleados. En esta línea de sensatez energética, para la iluminación nocturna se ha recurrido a unas estructuras LED que también favorecen el ahorro.
En este entorno moderno y tecnológico es donde la madera termina de conformar la ecuación tradición y arquitectura contemporánea. De hecho, la madera es ante todo el hilo conductor que articula el interior de la construcción. Por ejemplo en el auditorio principal. Allí, por cuestiones de calidez y mejora del sonido, el techo y los palcos se hallan totalmente revestidos con paneles MDF acústicos cuya cara frontal se ha chapado de nogal. Eso sí, diseñados con parámetros de modelización 3D. El tulipwood es el encargado de conformar los vestíbulos y la cafetería con vistas a la plaza central de la ciudad, la Stadsplein. Por su flexibilidad, es perfecto para las paredes curvas de estas áreas. Y por sus tonalidades, resulta idóneo a la hora de definir cromáticamente los diferentes espacios.
Para terminar de dar al proyecto un marchamo de sostenibilidad sensata (no mediática), el parking es básicamente un pulmón urbano. Su exterior se ha construido como una sucesión de bancales con árboles: un paisajismo vertical reforzado por vinilos que simulan la forma del bambú en las barandillas de las escaleras de acceso y que juegan a convertir el centro de Nieuwegein en un micro-universo verde.