Al observar la obra arquitectónica del arquitecto japonés Jun Murata nuestros ojos occidentales identifican al instante esa peculiar serenidad y pulcritud que asociamos a lo japonés. Esa austeridad que, al constreñirse a lo esencial, desvela una belleza imbuida de espiritualidad, de trascendencia. En su materialidad y concepción, los espacios del nipón Jun Murata son inequívocamente actuales, pertenecen al hoy, pero vibra en ellos la latencia de lo atemporal.
Esta posición sintetizando dos dimensiones de tiempo -el ahora y el siempre- adquiere una intensidad específica en este pabellón de meditación para crear que Murata ha construido en el Centro de Artes Contemporáneas situado en Xinzhuang Arts Village: un ámbito de reunión para artistas chinos que recibe también el nombre de «factoría de arte». Este centro, que organiza y expone el trabajo de creadores de todo el mundo a la vez que sirve como alojamiento tanto para estos como para turistas, se articula arquitectónicamente en base a la disposición de diversos contenedores de colores, a la manera de un juego de construcción.
Hecho en colaboración con el calígrafo y artista Sun Chu, el pabellón diseñado por Murata se singulariza entre estas piezas por su color blanco. Está ideado como un área cerrada que ofrece un campo de visión hacia el exterior muy estrecho. Su trazado busca alentar al espíritu a despojarse de las emociones mundanas, y permitir que la mente humana -mediante el efecto de diferentes experiencias sensoriales basadas en la luz- pueda vislumbrar la nada interior y, desde ahí, proyectarse hacia el gran horizonte exterior y conectarse con el mundo. El paisaje de cada estación y los fenómenos naturales que distinguen cada momento del día, penetran en el interior del edificio, constituyendo una superficie visual que se convierte en componente de la arquitectura, y lo modifican incesantemente.
Además de éste, Murata ha conectado un contenedor de 12 metros de longitud llamado “Túnel” que carece de muro este-oeste y que conduce al frondoso paisaje que hay más allá. La parte sur tiene un corte y una viga de luz vertical atraviesa el interior. Una pequeña escalinata situada en la parte este está rematada con agua, en cuya superficie se reflejan los árboles del jardín. La luz procedente del este se refleja en el agua agitada por el viento que sopla directamente.
Originariamente concebida como una instalación para la Semana del Diseño de Pekín, este espacio desarrollado por Murana estará destinado a servir como alojamiento.