En Mettupalayam, el joven estudio indio Earthscape Studio reinterpreta la vida salvaje en un manifiesto arquitectónica. De esa forma ha surgido Into the Wild House: una vivienda moldeada íntegramente en barro, que reivindica el regreso a la tierra y a la sencillez de los orígenes.
El espíritu salvaje de Earthscape Studio
Seguramente muchos lectores se acordarán de la magnífica película Into the Wild —dirigida por Sean Penn—, que nos impactó a principios del milenio por la dureza y autenticidad con la que nos relataba una historia basada en hechos reales. Cansado de la vida en la ciudad y de las relaciones en la sociedad moderna —en exceso egoístas y transaccionales—, el norteamericano Chris McCandless emprende una ruta salvaje y termina viviendo en un autobús verde abandonado en mitad de la naturaleza más extrema de Alaska.

El jovencísimo estudio indio Earthscape Studio —creado en 2022 por Petchimuthu Kennedy— quizá tenía en mente al joven aventurero cuando decidió llamar Into the Wild House a su primer proyecto residencial en Mettupalayam. Al igual que McCandless, Kennedy se ha propuesto alejarse del bullicioso ruido de la arquitectura actual india y desarrollar una práctica profesional basada en la vuelta al concepto primario, aquel que tuvo el ser humano cuando salió de la caverna: la construcción con tierra para la Tierra. Una mímesis donde lo erigido no es muy diferente de las cavidades rocosas que nos protegían de las inclemencias meteorológicas.


Into the Wild House: construir con la tierra
Rodeada de plantaciones de cocoteros en un clima extremadamente húmedo, esta vivienda es un todo absoluto: estructura, pared, techo, suelo, ventana y mobiliario. Aquí no hay una suma de partes. Una cáscara de barro de apenas unos centímetros de espesor —con un carácter organicista y sumamente plástico— conforma el ambiente exterior-interior de una casa que rescata la relación primordial del hombre con su entorno. Mediante expansiones y estrangulamientos, este balloon se reparte en cuatro estancias diferenciadas: cocina, un amplio estar y dos habitaciones con baño; todos ellos dispuestos en torno a un patio generoso de tránsito circular, que hace de la propiedad un hogar hermético. Y siempre respetando escrupulosamente los grandes árboles existentes en la parcela.



Las arquitecturas que perduran y provocan recuerdos memorables suelen utilizar una simple materialidad, pues el exceso de diferentes elementos no ayuda a su comprensión visual. Por eso, Into the Wild House nos hace vibrar cuando descubrimos que con esa escasez —solo barro— se puede edificar un volumen magnético y antropológico. Los colores terrosos nos transmiten confort y calidez, al tiempo que la cáscara baja la temperatura interna de forma considerable por un efecto parecido al de un botijo. Es como volver a encontrarnos con la madre que nos amamantó y que un día olvidamos. Una residencia que nos hace ser conscientes del lugar donde estamos y nos pregunta hacia dónde queremos dirigirnos.

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