El estudio Arquitectura-G ha devuelto la esencia a un antiguo banco de Estocolmo con el último espacio comercial de Acne Studios. La fructífera e improbable relación entre la marca de diseño sueca y el equipo de arquitectura barcelonés muestra, en su más reciente colaboración, una labor de arqueología en un edificio neoclásico de la capital.
Interiorismo neoclásico para un banco histórico
El céntrico local que la firma de moda ha escogido para albergar su tienda es un histórico inmueble de su ciudad natal: el banco asaltado donde se acuñó el término del síndrome de Estocolmo. La intervención de Arquitectura-G ha consistido en levantar las capas consecutivas que tras el cierre del lugar se fueron superponiendo, ocultando el diseño origen. Un trabajo estratigráfico hasta encontrar los vestigios iniciales para desnudar la piel neoclásica y devolverle su belleza prístina.
Una vez restituido el original, el espacio expositivo se organiza en tres salas abiertas conectadas por atávicas columnas dóricas. Una nueva columnata abstracta oculta los probadores y se erige como fondo escenográfico y cierre del eje visual desde el acceso. Este telón de mármol es una reinterpretación del lenguaje clásico, apropiándose de sus elementos, pero simplificándolos y modernizándolos.
El suelo de baldosas de mármol auténtico, junto a las estanterías y el resto de utilería de imitación del material, constituyen una piel monocromática grisácea que realza los tonos del mármol procedente de Ekeberg. Con ello se construye una atmósfera sagrada, donde la dialéctica entre la naturaleza antropomórfica y el lenguaje divino produce un carácter teatral.
Max Lamb, Benoit Lalloz y los cánones de la arquitectura antigua según Arquitectura-G
El mobiliario de Max Lamb, como el resto de la intervención, cede todo el protagonismo a la obra inicial. Los expositores se presentan como hitos en el entorno, generando una nueva topografía de la piedra que se sobrepone a la antigua. Un palimpsesto, como si en el proceso arqueológico hubieran aparecido estas piezas rotas y se hubieran reutilizado superponiéndolas. El contraste se produce entre la perfección del lenguaje preexistente y el aspecto de ruina de estos podios.
Lo único indudablemente actual es el diseño de la iluminación, realizado por el artista lumínico Benoit Lalloz. La instalación acompaña la composición clásica y se dispone perfectamente ordenada, siguiendo los cánones de la arquitectura antigua, pero es en su materialización donde se contrapone al ambiente vetusto. Las luminarias cromadas disienten con el acabado monocromático, pero participan del juego de reflejos que se produce en las superficies de la piedra.
En esta escenografía mística, casi ritual, Acne Studios nos presenta sus productos. Una suerte de fuego prometeico, un diseño robado a los dioses y entregado a los mortales y donde el interiorismo neoclásico neutro sirve de fondo a las piezas de exposición. Ahora también podemos sufrir el síndrome de Stendhal y que se aturdan nuestros sentidos ante la belleza desmesurada de las prendas dentro del entorno monolítico.